La noticia de que la Justicia otorgó la adopción plena de Tati a Lizy Tagliani y Sebastián Nebot marcó un antes y un después en la vida de la pareja. Desde agosto de 2024, cuando comenzaron el proceso de vinculación con el pequeño, ambos se embarcaron en un camino lleno de entrevistas, evaluaciones psicológicas y visitas de asistentes sociales, siempre con la esperanza de que ese niño se convirtiera en parte de su familia.
Uno de los símbolos más tiernos de esta historia fue el osito de apego que acompañó a Tati durante las etapas más difíciles de la transición. Ese objeto, cargado de afecto y seguridad, se transformó en un puente emocional entre el niño y sus futuros padres. Cuando finalmente llegó la noticia inesperada de la adopción plena, el osito estuvo presente como testigo silencioso de la bienvenida definitiva al hogar Nebot-Tagliani.
El camino no fue sencillo. En medio del proceso, Lizy enfrentó acusaciones mediáticas que pusieron en duda su imagen pública. Sin embargo, la Justicia evaluó con rigor cada instancia y concluyó que la pareja estaba preparada para brindar un entorno seguro y amoroso a Tati. Este desenlace reafirma que la adopción es un acto de compromiso y resiliencia, donde la perseverancia y la transparencia son claves para alcanzar el objetivo.
En su programa de radio, Lizy no pudo contener las lágrimas al relatar el momento en que subieron las escaleras del juzgado y fueron recibidos con un cartel que decía: “Felicitaciones familia Nebot”. Para ella, ese instante simbolizó que todo el esfuerzo había valido la pena. “Comprendí que la familia es mucho más que un embarazo o la unión de un hombre y una mujer; es la capacidad de transformar la vida de alguien. Y, a la vez, ese alguien, con solo cinco años, transformó la mía”, expresó conmovida.
Lizy Tagliani
