El novio de mamá (Argentina, 2025) es una película dolorosa. Físicamente dolorosa. Una experiencia tortuosa para el cuerpo y el alma. Si Torquemada hubiera tenido acceso a este largometraje, sus confesiones se habrían obtenido en menos de noventa minutos sin excepción. Incluso él mismo hubiera confesado para no tener que contemplar lo que aquí debe atravesar cualquier espectador. Suena exagerado o humorístico, ojalá lo fuera, la película no tiene muchos otros títulos que puedan competirle como experiencia insoportable.
Incluso él mismo hubiera confesado para no tener que contemplar lo que aquí debe atravesar cualquier espectador. Suena exagerado o humorístico, ojalá lo fuera, la película no tiene muchos otros títulos que puedan competirle como experiencia insoportable.
Leonardo (José María Listorti) es un optimista agente de viajes se enamora de Lucía (Dani La Chepi), una madre viuda que intenta reconstruir su vida. Luego de unos meses de relación, Leonardo finalmente va a conocer a la hija y al hijo de Lucía. Con la ayuda tosca del guión, todos terminan en un viaje en la Patagonia, en el famoso género película canje del cine nacional. Lucía podría conseguir un trabajo como chef, y Leonardo fingirá ser el niñero de la niña adolescente y el niño traumado por la muerte del padre. Se le sumará un perro en el hotel donde no están permitidas las mascotas. A priori parece una más de esas películas terribles que el cine argentino ofrecía en vacaciones de invierno. Ninguna de ellas está a la altura de El novio de mamá. Este subsuelo está más cerca de encontrar petróleo que de entrar en una ranking de películas malas.
Es posible que muchos espectadores crean que el afiche y la presencia del actor José María Listorti anuncian algún tipo de comedia divertida y familiar. Listorti protagonizó anteriormente tres comedias: Socios por accidente (2014), Socios por accidente 2 (2015) y Cantantes en guerra (2017). La primera de ellas no era buena, pero era mejor que las otras y comparada con El novio de mamá parece una comedia de Ernst Lubitsch con guión de Billy Wilder. Esta vez la pobreza visual es tan grande que en su pudorosa falsa prolijidad terminan convirtiendo cada plano en un dolor para los ojos.
Algunos gags son abandonados sin remate y desde el inicio la amenaza del lado emotivo se cierne sobre nosotros de manera ominosa. Es mucho peor de lo que anuncia. Cada vez que suena ese piano infame que nos pide ser perros pavlovianos de emociones, el efecto que produce es otro. Cada vez que suena el piano hay que bajar la mirada, como quién ya no puede seguir contemplando un espectáculo tan indigno.
Nadie merece un castigo así y la película insiste una y otra vez. Hay películas muy malas que sirven para reírnos de ellas, hay películas malas que sirven para entender cómo no debe hacerse una película. Y después está El novio de mamá, que solo sirve como entrenamiento de resistencia para tropas de elite o experiencia masoquista para personas que encuentran placer en el dolor. No van a encontrar otra película así de mala en mucho tiempo.