La receta del bizcocho esponjoso, con una miga suave y un perfume que invade la cocina, es de las recetas que nos transportan a una tarde de merienda con la abuela, a una cocina llena de risas, al mate compartido con alguien querido.
Ingredientes para el bizcocho
4 huevos
1 taza de azúcar
1 taza de harina de trigo
1/2 taza de leche
1/2 taza de manteca derretida
1 cucharadita de polvo para hornear
Ralladura de limón a gusto (opcional pero muy recomendable)
El paso a paso para un bizcocho que se deshace en la boca
Antes de empezar, precalentá el horno a 180°C. Enmantecá un molde mediano y espolvorealo con un poco de harina para evitar que el bizcocho se pegue. También podés usar papel manteca si querés desmoldarlo más fácil.
En un bol grande, colocá los 4 huevos y la taza de azúcar. Batí con batidora eléctrica o a mano (con ganas) hasta que la mezcla esté espumosa, bien aireada y clarita. Este paso es clave para lograr esa textura liviana que hace que el bizcocho se derrita en la boca.
Agregá la media taza de leche y la media taza de manteca derretida a temperatura ambiente. Mezclá bien hasta que todo esté integrado.
Tamizá la taza de harina junto con la cucharadita de polvo de hornear. Esto ayuda a que el bizcocho salga bien liviano. Agregá los secos a la mezcla líquida en tandas, mezclando con movimientos envolventes para no perder el aire incorporado.
Si te gusta ese sabor fresco que le da un toque especial, sumá ralladura de limón (o de naranja). Va muy bien con la esponjosidad del bizcocho.
Verté la mezcla en el molde previamente engrasado y llevá al horno por 30 a 35 minutos. Vas a saber que está listo cuando insertes un palillo en el centro y salga limpio. El bizcocho debe estar dorado por fuera y súper tierno por dentro.
Una vez que lo saques del horno, dejalo reposar unos minutos antes de desmoldarlo. Esperá que se enfríe por completo sobre una rejilla o plato antes de cortarlo.