El conflicto en Gaza volvió a encender las alarmas internacionales con una nueva ofensiva del ejército israelí que ya dejó decenas de muertos y obligó a miles de palestinos a abandonar sus hogares. La Ciudad de Gaza, la más poblada del enclave, quedó virtualmente sitiada, y la desesperación se siente en cada rincón.
A pie, en autos, motos o carros tirados por burros, las familias huyen hacia el sur con lo poco que pueden llevar. Muchos caminan kilómetros entre escombros y humo, bajo la amenaza constante de nuevos ataques. La carretera Salah al Din, habilitada como ruta de escape temporal, se convirtió en un corredor humanitario improvisado que estará abierto solo por unos días.
En solo 48 horas, el ejército israelí atacó más de 150 puntos en toda la Franja de Gaza, en un intento por desarticular al grupo Hamas y liberar rehenes. Sin embargo, los bombardeos alcanzaron también zonas residenciales, hospitales y escuelas, lo que generó un fuerte rechazo internacional. Según estimaciones, más de 350.000 personas ya abandonaron la Ciudad de Gaza, y el número sigue creciendo.
Desde Salta, la comunidad árabe y diversas organizaciones siguen con atención el desarrollo del conflicto. Aunque la provincia está lejos del epicentro, el drama humano trasciende fronteras y despierta una creciente preocupación. Varias agrupaciones locales ya comenzaron campañas de visibilización y solidaridad para acompañar a las víctimas del conflicto.
La situación sanitaria en Gaza es crítica. Hospitales colapsados, falta de agua potable y servicios básicos interrumpidos agravan aún más el escenario. Naciones Unidas advirtió sobre el riesgo de una catástrofe humanitaria si no se habilita pronto el ingreso de ayuda internacional.
Entre tanto dolor, emergen también gestos de resistencia y esperanza: voluntarios que asisten a los desplazados, médicos que trabajan día y noche sin insumos, y comunidades que, como la salteña, se movilizan para tender una mano desde donde se pueda.
Gaza vuelve a mostrarle al mundo una de sus caras más trágicas, mientras miles de personas enfrentan el horror de dejarlo todo para sobrevivir. En este contexto, la paz sigue siendo un horizonte lejano, pero necesario.