A partir del ciclo lectivo 2026, los alumnos de las escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires ya no podrán usar sus celulares ni otros dispositivos con pantalla durante las clases. La medida, que fue aprobada por la Legislatura bonaerense, busca mejorar el ambiente escolar, reducir distracciones y promover un aprendizaje más enfocado.
La normativa alcanzará a más de 1,5 millones de estudiantes de nivel primario y cerca de 600 mil del nivel inicial en más de 11 mil escuelas públicas y privadas de toda la provincia. Además de la prohibición en el aula, la ley contempla campañas de concientización en el sistema educativo y en otros espacios estatales sobre los efectos del consumo excesivo de pantallas en la infancia.
La iniciativa surgió a partir de datos preocupantes: más de la mitad de los estudiantes reconoce que se distrae con el celular durante las clases, y los resultados de las pruebas Aprender 2024 revelaron un bajo rendimiento general en materias clave como Matemática.
Aunque aún no se definió el mecanismo exacto de implementación, la ley establece un plazo de 180 días para que el Ejecutivo reglamente su aplicación. Esto significa que la restricción no se hará efectiva de inmediato, sino que comenzará a regir desde el inicio del ciclo lectivo 2026.
La decisión de Buenos Aires no es aislada. Otras jurisdicciones, como la Ciudad de Buenos Aires, Neuquén y Salta, ya cuentan con normativas similares, aunque con diferentes formas de aplicación. En algunos casos se permite el uso del celular en contextos pedagógicos específicos, mientras que en otros directamente se prohíbe su ingreso al aula.
El debate sobre el uso del celular en las escuelas divide opiniones. Por un lado, hay quienes sostienen que los dispositivos móviles pueden ser herramientas educativas si se usan de forma responsable. Por otro, muchas voces coinciden en que, en niveles como el primario, su uso frecuente termina afectando la atención, la participación en clase y el rendimiento académico.
Desde el sector educativo bonaerense, esperan que la nueva ley ayude a recuperar hábitos de estudio más sólidos, fomentar la interacción entre compañeros y reducir la dependencia de las pantallas. A su vez, las campañas de concientización apuntan a generar un cambio cultural más amplio, que involucre también a las familias.
De cara al 2026, las escuelas deberán prepararse para implementar la medida de forma clara y ordenada, garantizando el acompañamiento necesario para alumnos, docentes y padres. La tecnología seguirá siendo parte del sistema educativo, pero con un uso más regulado, que priorice el aprendizaje y el bienestar de los chicos.