Carlos Salvador Bilardo, el mítico entrenador que llevó a la Selección Argentina a la gloria en el Mundial de 1986, atraviesa un momento delicado.
Diagnosticado con el síndrome de Hakim-Adams, una enfermedad neurodegenerativa que afecta sus funciones cognitivas y motoras, el “Narigón” vive sus días alejado de los reflectores, pero rodeado del cariño de quienes lo admiran. Miguel Ángel Lemme, amigo inseparable y ex colaborador, compartió detalles conmovedores sobre su estado de salud en una entrevista con Súper Deportivo Radio, dejando en claro que el amor por Bilardo sigue intacto, a pesar de las dificultades.
Una enfermedad que no da tregua
El síndrome de Hakim-Adams, también conocido como hidrocefalia de presión normal, fue diagnosticado en Bilardo antes de la pandemia. Esta condición afecta su capacidad de hablar, moverse con autonomía y reconocer a sus seres queridos. Según explicó Jorge, hermano del ex DT, Carlos habla poco y ya no puede mantener conversaciones extensas. Sin embargo, los médicos aseguran que esta enfermedad no pone en riesgo su vida, aunque sí limita significativamente su calidad de vida.
Lemme, con la voz cargada de emoción, relató cómo son sus visitas al “Narigón”: “Estuve el sábado con él, merendamos juntos. Está bien dentro de lo que permite su enfermedad, pero no es recuperable. Siempre lo veo bien, aunque no me reconoce. A veces confunde a su mujer con su hija y a su hija con su mujer”. Estas palabras reflejan el dolor de ver a un ícono del fútbol argentino en un estado tan vulnerable, pero también la fortaleza de un vínculo que trasciende el tiempo.
Un cariño que no se apaga
A pesar del impacto emocional, Lemme no puede dejar de visitar a su amigo. “Dije que cuando no me reconociera no iba a ir más, pero es más fuerte que yo. Lo quiero tanto que no le suelto la mano ni loco. Él nunca me la soltó a mí, y yo ahora no se la suelto a él”, confesó. Esta lealtad, nacida en los años compartidos en Estudiantes de La Plata y en la Selección, es un testimonio del impacto que Bilardo dejó en quienes lo rodearon.
Las visitas, sin embargo, no son fáciles. Lemme admitió que tuvo que ajustar su rutina para sobrellevar el peso emocional: “Voy dos o tres veces por semana porque me hace mal. Tomo un café, le hablo, por ahí no responde, pero bueno”. En cada encuentro, busca mantener viva la conexión afectiva. “Siempre que llego le canto ‘Es el equipo del Narigón’. Lo abrazo, lo beso, le digo ‘¿En qué anda, Carlos?’. Cuando me voy, a veces me dice ‘¿Te vas?’. Y si está dormido, igual lo saludo”.
El legado de Bilardo en Estudiantes y la Selección
Bilardo no es solo un nombre en la historia del fútbol argentino; es un símbolo de esfuerzo, estrategia y pasión. Como entrenador, marcó una época con su obsesión por el detalle y su apuesta por los juveniles. En Estudiantes de La Plata, donde se convirtió en ídolo, dejó un legado imborrable. A mediados de mayo, ex jugadores como José Sosa, Pablo Lugüercio y el propio Lemme lo visitaron, un gesto que emocionó a los hinchas. Lugüercio compartió una foto de ese encuentro en redes sociales, acompañado de un mensaje que resumía el sentir de muchos: “El Narigón siempre apostó por la dignidad y el esfuerzo, valores que son el ADN de Estudiantes”.
En la Selección Argentina, Bilardo logró lo que pocos: llevar al equipo al título mundial en México 1986, con un planteo táctico que aún se estudia en las escuelas de fútbol. Su estilo, a menudo cuestionado por su pragmatismo, demostró que la disciplina y la estrategia podían conducir al éxito. Hoy, mientras lucha contra su enfermedad, su legado sigue inspirando a generaciones de futbolistas y entrenadores.
El dolor de ver a un gigante en silencio
Lemme no oculta el impacto que estas visitas tienen en él: “A veces me vuelvo llorando. Son 21 cuadras caminando, y muchas veces me vengo re mal”. Estas palabras reflejan el contraste entre el Bilardo que todos recuerdan —el estratega incansable, el hombre de carácter— y el que hoy enfrenta las limitaciones de su enfermedad. Sin embargo, el cariño de sus seres queridos y de los hinchas no decae. Cada visita, cada abrazo, es un recordatorio de que Bilardo sigue siendo una figura central en el corazón del fútbol argentino.
Un ícono que no se olvida
El síndrome de Hakim-Adams puede haber silenciado la voz de Bilardo, pero no su legado. En cada relato de Lemme, en cada mensaje de los hinchas en redes sociales, se percibe la admiración por un hombre que cambió el fútbol argentino para siempre. Sus enseñanzas, su pasión y su compromiso siguen vivos en quienes lo conocieron y en los que, desde lejos, lo veneran como uno de los grandes.
Mientras Bilardo libra su batalla personal, el fútbol argentino lo acompaña con respeto y gratitud. Su historia, marcada por títulos, polémicas y un amor incondicional por el juego, no se apagará. Y aunque el “Narigón” ya no pueda liderar desde la línea de cal, su espíritu sigue presente en cada cancha, en cada jugada, en cada hincha que canta su nombre.