La rutina del microcentro salteño se vio abruptamente interrumpida ayer por la mañana cuando transeúntes que pasaban por la esquina de San Martín y Esteco advirtieron la presencia de un hombre inmóvil junto al puente de la Esteco. Minutos después, la Policía confirmó que se trataba de un hombre de 69 años en situación de calle, muy conocido por quienes transitan a diario por esa zona de la ciudad. El hallazgo reavivó la preocupación por las condiciones en que viven muchas personas que pasan la noche a la intemperie en Salta.
Apenas se dio aviso, patrulleros y personal del Cuerpo de Investigaciones Fiscales se dirigieron al lugar para resguardar la escena y comenzar las primeras pericias. Si bien no se observaron signos evidentes de violencia, las autoridades judiciales deberán establecer con precisión las causas de la muerte. Como ocurre en todos los casos de fallecimiento en la vía pública, el cuerpo fue retirado para realizar los estudios forenses correspondientes, paso clave para descartar cualquier situación irregular y reconstruir las últimas horas del hombre.
El punto donde apareció —debajo y a los alrededores del puente de la Esteco— es un sector muy transitado y, a la vez, sensible. Durante meses funcionó como refugio improvisado para un grupo de personas en indigencia que dormían bajo la estructura. Aunque la Municipalidad realizó en las últimas semanas operativos de desalojo y limpieza para ordenar el espacio, la presencia de personas sin techo nunca desapareció del todo. La muerte del hombre volvió a dejar al descubierto una problemática que persiste más allá de los operativos puntuales: la falta de alternativas estables para quienes no tienen un lugar donde dormir.
Vecinos y comerciantes de San Martín y Esteco reconocieron al fallecido como un hombre que solía deambular por la zona desde hacía tiempo. “Siempre estaba por acá”, comentaron varios de ellos mientras observaban, a distancia, el procedimiento policial. Se lo veía a diario caminando con sus pocas pertenencias, buscando cartones, restos de comida o simplemente intentando resguardarse del frío. Su presencia, habitual para quienes trabajan o circulan por el microcentro, evidenciaba la precariedad de su situación.
Este episodio volvió a encender un debate que se repite cada año, especialmente cuando bajan las temperaturas: qué herramientas existen realmente para contener a las personas en situación de calle en la ciudad de Salta. Los refugios nocturnos suelen colmar su capacidad en los meses más fríos, mientras que muchos de quienes viven a la intemperie rechazan el ingreso por diferentes motivos, que van desde reglas internas hasta experiencias previas de convivencia conflictiva. Esta combinación hace que un sector vulnerable quede expuesto a riesgos constantes, y en algunos casos mortales.
En paralelo, los equipos municipales y provinciales realizan recorridos para ofrecer abrigo, asistencia y traslados a los refugios. Sin embargo, las organizaciones sociales señalan que aún falta fortalecer los dispositivos de acompañamiento y generar políticas de mayor alcance que contemplen atención médica, apoyo psicológico, acceso a documentación, oportunidades laborales y programas habitacionales sostenidos. La indigencia, subrayan, no se resuelve solo con desalojos o intervenciones esporádicas.
La muerte del hombre de 69 años en un punto tan visible del microcentro dejó una sensación amarga entre los salteños que pasaban por allí. Muchos se detuvieron sobre la vereda, en silencio, mientras los peritos trabajaban. Otros comentaron que este tipo de episodios podría evitarse con políticas más firmes y continuas. El contraste entre el movimiento constante de colectivos, escolares, turistas y trabajadores, y la realidad de quienes viven bajo los puentes o en cajeros abandonados, volvió a hacerse evidente.
A medida que el personal del CIF avanzaba con las pericias, la policía controlaba el tránsito y pedía a los curiosos que se mantuvieran a distancia. Una vez finalizadas las tareas, el cuerpo fue trasladado para la autopsia. Con el correr de las horas, la movilidad de la esquina recuperó su ritmo habitual. Sin embargo, para muchos quedó flotando la imagen del hombre allí tendido, símbolo silencioso de una problemática que crece y se profundiza.
La ciudad de Salta, como muchas otras del país, enfrenta desde hace años un aumento en la cantidad de personas que viven en la calle. La inflación, la falta de empleo estable y las dificultades de acceso a la vivienda se combinan con otras problemáticas —salud mental, consumo problemático, rupturas familiares— que complejizan el abordaje. El microcentro, con su movimiento constante y sus espacios escondidos, suele ser uno de los escenarios más visibles de esta realidad.
Mientras se aguardan los resultados de la autopsia y la intervención judicial, el caso deja planteado un interrogante que vuelve cada vez que ocurre un episodio similar: ¿qué más puede hacer Salta para evitar que una muerte por abandono, frío o enfermedad vuelva a repetirse? Las respuestas no son simples ni inmediatas, pero la urgencia es evidente para quienes dependen cada día de la asistencia del Estado y de la solidaridad de los salteños.
La muerte de este hombre, más allá de los detalles que determine la investigación, invita a mirar de frente un problema que muchas veces se intenta eludir. El hallazgo en San Martín y Esteco no fue solo un hecho policial: fue un recordatorio de la fragilidad con la que viven cientos de personas en las calles de Salta, y de la responsabilidad colectiva de buscar soluciones que no se reduzcan a intervenciones temporarias, sino que permitan construir alternativas reales para quienes ya no tienen a dónde ir.