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SILENCIO ESTRATÉGICO

Javier Milei muestra un equilibrio geopolítico en la feroz pelea entre Trump y Musk

Mientras Trump y Musk se cruzan en redes con acusaciones explosivas, el Gobierno argentino evita tomar partido y reafirma la relación con Washington

Javier Milei muestra un equilibrio geopolítico en la feroz pelea entre Trump y Musk

En un delicado ejercicio de equilibrio geopolítico, el gobierno de Javier Milei optó por mantenerse al margen del explosivo enfrentamiento público entre dos de sus principales aliados internacionales: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el magnate tecnológico Elon Musk.

 

La disputa, que escaló con virulentos intercambios en la red social X, expuso una fractura profunda en el núcleo del poder republicano, obligando a Buenos Aires a navegar con extrema prudencia para preservar sus vínculos con ambos actores.

“No tenemos injerencia en conflictos entre privados y gobiernos extranjeros. Nuestra relación formal es con la administración de Estados Unidos”, señaló una fuente de alto rango en la Casa Rosada, según informó la periodista Sofía Rojas de Noticias Argentinas. En Balcarce 50, la directriz fue clara: evitar cualquier declaración que pudiera interpretarse como una toma de partido en un conflicto que sacude los cimientos de la política estadounidense.

El estallido de la controversia coincidió con el viaje de Milei a Roma, donde su agenda se centró en cuestiones domésticas. A través de su cuenta en X, el presidente argentino se limitó a promover iniciativas como el proyecto de “inocencia fiscal” y a cuestionar medidas como la ley jubilatoria y el bono de $70.000 para jubilados, sin hacer alusión alguna al torbellino que envolvía a Washington.

El origen del conflicto Trump-Musk

La ruptura entre Trump y Musk marcó un punto de inflexión en su relación, que hasta hace poco parecía inquebrantable. Apenas días antes, ambos habían protagonizado un gesto de camaradería en la Oficina Oval, donde Trump entregó a Musk una llave dorada en reconocimiento a su liderazgo en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Sin embargo, la armonía se desmoronó rápidamente. Trump acusó a Musk de deslealtad y amenazó con cancelar contratos federales con SpaceX y Starlink, mientras que Musk respondió con una grave denuncia, vinculando al presidente con los archivos no divulgados del caso Jeffrey Epstein.

En medio de este fuego cruzado, Milei optó por un gesto discreto pero significativo: un retuit al ministro Federico Sturzenegger celebrando la llegada de internet satelital a Argentina mediante Starlink. La acción, interpretada como un guiño a Musk, fue cuidadosamente calibrada para no comprometer la neutralidad que el gobierno argentino se esforzó por mantener.

Silencio estratégico y desconcierto libertario

En el entorno libertario, la reacción fue de cautela y desconcierto. Los militantes y comunicadores afines, usualmente combativos en redes sociales, optaron por el silencio o expresiones de lamento. “Milei es team Argentina”, sintetizó un funcionario que acompañó al presidente en su viaje, reflejando la intención de priorizar los intereses nacionales por encima de lealtades personales.

El malestar también se hizo evidente en los círculos digitales cercanos al gobierno. En el canal Carajo, referente del ecosistema libertario, Daniel Parisini —conocido como Gordo Dan— expresó su incomodidad en tono irónico: “Se inaugura el bar de la tristeza”, comentó durante una transmisión de La Misa. En un gesto teatral, simuló borrar imágenes de Trump y Musk de su computadora, exclamando: “No me obliguen a hacerlo”.

Un nuevo interlocutor en Washington

A pesar de la centralidad de Musk como puente con la Casa Blanca, fuentes gubernamentales argentinas aseguran que las relaciones bilaterales con Estados Unidos no se verán afectadas. El secretario de Estado, Marco Rubio, emerge como un nuevo interlocutor clave para sostener el diálogo con Washington. “Sabemos manejar estos equilibrios”, afirmó un alto funcionario, subrayando la destreza diplomática del gobierno de Milei para sortear una crisis que involucra a dos figuras hasta hace poco consideradas pilares de su proyecto internacional.

En un contexto de incertidumbre global, la estrategia de Buenos Aires refleja un pragmatismo calculado: mantenerse al margen de una disputa ajena, proteger los lazos estratégicos con Estados Unidos y, al mismo tiempo, preservar la colaboración con Musk, cuyo rol en proyectos como Starlink resulta vital para los planes de conectividad del país. La neutralidad, por ahora, parece ser el mejor escudo de Milei en este vendaval transatlántico.

 


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