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Crítica

Chespirito: sin querer queriendo

De: David Ruíz, Julián de Tavira, Rodrigo Santos

Chespirito: sin querer queriendo

Chespirito: sin querer queriendo es la clase de miniserie que explica perfectamente porqué la mal llamada edad de oro de las series nos ha llevado a aceptar narraciones mediocres y proyectos espurios como si fueran el último vaso de agua en el desierto. 8 episodios para contar algo que se podría haber contado en cuatro episodios y aun así haber sido demasiado larga.

 

De hecho podríamos hacer el ejercicio de obligar a quienes escriben estas miniseries que las escriban como una película de dos horas y que todo debe entrar allí. La marca del presente: hacernos perder el tiempo como nunca antes. Pero esto no es lo único malo de esta miniserie que narra la vida de Roberto Gómez Bolaños, creador de El chavo del 8 y El chapulín Colorado, entre otros personajes.

En este presente con gente sin imaginación, las series o miniseries están pensadas para periodistas y/o chimenteros. Es decir que sólo tienen valor si se basan en personajes reales y los chismes de sus vidas son más importante que su legado cultural. Muy mal disimula Chespirito que su único interés es ese: el chimento, el morbo, la mirada del resentido sobre la vida de alguien que nos cambió la vida a muchos.

Recién al final, y de forma muy lamentable, la miniserie quiere darle grandeza y rendirle homenaje a Chespirito. Es tarde, porque perdimos tanto tiempo en contar su vida privada que apenas unos pocos apuntes sabrosos sobre sus creaciones aparecen en la trama. No es una serie para festejarlo, es una serie para que los mediocres se sientan un poco mejor.

Aunque aliviar la vida de la gente que sufre por su falta de horizonte es un acto noble, hacerlo de esta manera es una falta de respeto por Chespirito. Busquen las series originales y evalúen si aún están vigentes. Mientras tanto, lo mejor es no prestarles atención a estos ocho episodios sobre la vida privada de un talentoso cómico.


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