Soledad Pastorutti, una de las voces más emblemáticas del folklore argentino, sorprendió recientemente a sus seguidores con una confesión que nadie esperaba: “No me salen los ochos a mí”. Esta frase, aparentemente simple, encierra una revelación que sacudió al mundo del folklore, especialmente por venir de una artista que ha sido símbolo de renovación y autenticidad dentro del género.
La declaración se dio en el marco de un video que Soledad compartió en sus redes sociales, donde hablaba sobre la zamba “Agitando Pañuelos”, una pieza icónica que forma parte de su repertorio desde el disco Vivo en Arequito (2011). En ese contexto, la cantante reconoció que aún no domina el movimiento de pañuelos conocido como “los ochos”, un paso tradicional en el baile de zamba. “Como un adiós o como una bienvenida, siempre se usan pañuelos para bailar y agitándolos, nos comunicamos mucho más”, expresó con ternura y honestidad.
La confesión generó una ola de reacciones en redes sociales, no por la dificultad técnica del paso, sino por lo que representa: incluso los íconos del folklore tienen sus propias barreras, sus propios desafíos. Y Soledad, lejos de ocultarlo, lo compartió con naturalidad, demostrando que el arte también se construye desde la vulnerabilidad.
A lo largo de su carrera, Pastorutti ha sido una figura clave en la difusión de ritmos autóctonos como la chacarera, el chamamé, la chamarrita y el gato. Su estilo, que fusiona lo tradicional con lo contemporáneo, ha acercado el folklore a nuevas generaciones. Sin embargo, esta revelación sobre los “ochos” en la zamba muestra que, más allá del escenario, hay una artista que sigue aprendiendo, que se permite no saberlo todo, y que lo dice sin miedo.