Lucrecia Martel, una de las grandes figuras del cine argentino, fue distinguida con la Medalla de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el mayor reconocimiento del cine mexicano, durante el Festival Internacional de Cine de Morelia. La directora nacida en Salta recibió el galardón tras la proyección de Nuestra tierra, su primer trabajo documental, basado en el asesinato de Javier Chocobar, líder indígena de la comunidad Chuschagasta en Tucumán.
La función, que colmó la sala del tradicional festival mexicano, fue dedicada a Chocobar y a los pueblos originarios del mundo. Martel agradeció emocionada al público y al equipo de la película, y remarcó que este proyecto nació del deseo de visibilizar una historia silenciada durante años. “No hay posibilidad de vida sin espacio”, expresó, en referencia a las luchas territoriales que siguen vigentes en América Latina.
Nuestra tierra marca un giro en la carrera de Martel, reconocida por películas como La ciénaga o Zama, que le valieron reconocimiento en festivales como Cannes y Venecia. El documental pone el foco en un crimen impune ocurrido en 2009, cuando Chocobar fue asesinado por un terrateniente en medio de un conflicto por tierras ancestrales. Lejos del enfoque sensacionalista, Martel apuesta por una narración sobria, que da voz a los protagonistas reales de esta historia.
El homenaje en Morelia también incluyó la tradicional butaca con su nombre, que será instalada en una de las salas del festival, y su incorporación a una lista de artistas distinguidos donde figuran figuras internacionales como Juliette Binoche, Willem Dafoe o Francis Ford Coppola. La medalla que recibió está hecha de plata recuperada de procesos químicos de revelado de películas, lo que le da un valor simbólico ligado a la historia del cine latinoamericano.
Martel compartió el reconocimiento con el director brasileño Kleber Mendonça Filho, aunque su paso por el festival tuvo un impacto especial por la temática de su obra y su vínculo con las luchas indígenas, que también atraviesan la historia mexicana.
Desde Salta al mundo, Martel reafirma su lugar como una artista comprometida, cuya mirada crítica y poética sigue abriendo caminos en el cine de la región. Nuestra tierra no solo suma una nueva pieza a su filmografía, sino que pone sobre la mesa un reclamo profundo: el derecho de los pueblos originarios a existir en sus territorios, en paz y con dignidad.