En una noche inolvidable bajo las luces del estadio Padre Ernesto Martearena, el Santo de Salta le clavó tres goles de antología a Boca Unidos de Corrientes y borró de un plumazo la derrota 2-0 del partido de ida.
Con esta remontada épica en el Torneo Federal A, el equipo dirigido por Germán Noce sigue soñando con la gloria y pone a la provincia de Salta en el centro del fútbol argentino, demostrando que en el NOA nadie nos para cuando la cosa se pone picante.
El primer tiempo fue un ida y vuelta que dejó a los hinchas con el alma en un hilo, pero a los 26 minutos Luciano Nahuel Viano rompió el cero desde el punto penal, con esa frialdad que solo un salteño sabe tener en las jugadas clave. Antes de que sonara el entretiempo, Maximiliano Alejandro Vargas metió el segundo a los 41, un golazo que hizo explotar las tribunas y trajo la paz a un Martearena repleto de familias enteras, esos que viajan desde Tartagal o Orán para alentar al equipo de la casa.
En la segunda mitad, Juventud no aflojó ni un segundo, manteniendo la presión como si el cerro San Bernardo les diera alas. Y el broche de oro llegó a los 81 minutos con el tanto de Mateo Mamani, un pibe de la cantera que desató el carnaval en las gradas, con abrazos, mates volando y un grito colectivo que retumbó hasta el centro de Salta. Esta victoria no es solo tres puntos; es el orgullo de una provincia que late al ritmo del fútbol humilde y combativo.
Ahora, con la ventaja deportiva en el bolsillo, el Santo se prepara para lo que viene en el Federal A, un torneo que para los salteños es más que un campeonato: es la chance de mostrarle al país que acá, en el corazón del noroeste argentino, jugamos con garra y no con plata. Los hinchas ya palpitan el próximo cruce, porque en Juventud Antoniana, cada gol es un pedacito de identidad que se graba en la historia de Salta.