La fecha 12 del Torneo Clausura tuvo un momento profundamente emotivo en Rosario. Antes del inicio del partido entre Newell’s y Tigre, el estadio Coloso Marcelo Bielsa se detuvo en silencio para homenajear a Miguel Ángel Russo. En el centro del campo, visiblemente conmovido, estaba su hijo Ignacio, delantero del Matador, quien decidió jugar pese al duro momento personal.
Nacho Russo fue titular, recibió el apoyo de todos los presentes y no logró contener las lágrimas durante el minuto de silencio. Apenas pasados los 20 minutos de juego, marcó el primer gol del partido y lo celebró mirando al cielo, con un beso y una dedicatoria cargada de emoción. Fue una escena que superó lo futbolístico y tocó el corazón de hinchas y jugadores por igual.
La decisión de jugar no fue fácil. Desde Tigre se había contemplado su ausencia, pero fue el propio Nacho quien insistió en estar. “Mi viejo hubiese querido que juegue”, le comentó a su entorno. La familia Russo acababa de vivir el velorio de Miguel Ángel, en medio de una multitud que se acercó a despedirlo y homenajear su legado en la Bombonera y en redes sociales.
El vínculo entre padre e hijo no solo era familiar, sino profundamente futbolero. Nacho se formó en Rosario, pasó por las inferiores de Central y debutó en Primera en 2020. Luego, su carrera lo llevó por Chacarita, Patronato, Instituto y ahora Tigre, donde suma minutos y goles importantes. Tiene 24 años y todavía mucho camino por recorrer, pero el recuerdo de su padre será un motor en cada paso.
El gesto de jugar, de rendir homenaje dentro de la cancha y de enfrentar ese duelo con la camiseta puesta, fue valorado en todo el ambiente del fútbol. Incluso en Salta, donde muchos clubes e hinchas expresaron sus condolencias y recordaron con afecto a Russo, un hombre que siempre representó valores de respeto, humildad y trabajo.
La imagen de Nacho en el centro de la cancha, rodeado de abrazos, llorando antes de un partido que igualó mucho más que tres puntos, es una de esas postales que definen lo que el fútbol puede significar en la vida de una persona. No fue solo un gol. Fue una despedida, un homenaje, y una forma de decir gracias.