Entre noviembre de 2023 y agosto de 2025 desaparecieron 276.624 empleos formales en todo el país, lo que equivale a más de 430 puestos menos por día. La construcción y el Estado fueron los sectores más castigados, mientras miles de familias sienten el impacto en el bolsillo.
El panorama laboral en Argentina se sigue poniendo cada vez más negro. Un estudio del Centro de Economía Política Argentina dio números concretos que duelen: en menos de dos años el empleo registrado cayó de 9.857.173 a 9.580.549 trabajadores. Eso es gente que tenía obra social, aportes jubilatorios y un sueldo fijo que hoy ya no lo tiene.
La administración pública fue la que más sangre dejó: se fueron casi 87 mil empleados entre estatales nacionales, provinciales y municipales. En las obras públicas directamente se paró todo y los obreros de la construcción pagaron el precio más alto: 76 mil puestos evaporados, una caída del 16% que dejó pueblos enteros sin movimiento.
El transporte y el almacenamiento también la están pasando mal. Camioneros, repositores y choferes de reparto suman casi 60 mil despidos en el período. Y la industria manufacturera, ese orgullo que todavía queda en muchas provincias, perdió otros 56 mil operarios que hoy no saben cómo llevar el pan a la mesa.
Si miramos los porcentajes, la construcción se lleva la peor parte, pero le pisa los talones el rubro transporte con una baja del 11,2%. Hasta los trabajos relacionados con cultura, deportes y espectáculos se achicaron un 7,1%, algo que se nota fuerte en cada fiesta popular o recital que se suspende por falta de plata.
Otro dato que preocupa es la cantidad de empresas que cierran o dejan de tomar personal. En noviembre del 23 había 512.357 empleadores registrados y ahora quedan 493.193. Eso son casi 20 mil pymes y comercios que bajaron la persiana o recortaron plantilla, casi 30 por día desde que arrancó este gobierno.
En Salta la situación pega doble porque muchas familias dependían de la obra pública y de los contratos estatales que hoy están congelados. Los números nacionales se sienten en cada barrio, en las colas del supermercado y en los grupos de WhatsApp donde los changas buscan cualquier trabajo.
El ritmo de destrucción de empleo no afloja y ya lleva 21 meses seguidos. Mientras tanto, los que todavía conservan su puesto ven cómo los salarios corren muy por detrás de la inflación y el poder adquisitivo se hace humo.
La pregunta que todos se hacen en la calle es hasta cuándo va a durar este ajuste que, según prometían, iba a ser corto y ahora parece no tener fin. Porque mientras los economistas discuten curvas y estadísticas, hay 276 mil familias argentinas que directamente perdieron su fuente de ingresos.