En un contexto de ventas estancadas y menos movimiento turístico, el mercado inmobiliario de Salta vive un reacomodamiento acelerado de precios, con rebajas de hasta el 20% en alquileres comerciales que impulsan la reapertura de locales en el centro. Este ajuste también toca las viviendas, donde la oferta supera la demanda y los valores se alinean por debajo de la inflación, beneficiando a inquilinos y propietarios por igual.
Los comercios salteños, especialmente en el macrocentro y avenidas clave como Alberdi o San Martín, son el epicentro de esta baja. Hace unos meses, los carteles de "se alquila" se multiplicaban como hongos después de la lluvia, dejando esquinas vacías que reflejaban el bajón en las ventas. Pero desde septiembre, el panorama cambió: los precios más accesibles trajeron de vuelta a emprendedores dispuestos a apostar por un nuevo negocio, aunque con presupuestos más realistas. Es que, en Salta, donde el comercio depende tanto del turista como del salteño de a pie, mantener un alquiler inflado ya no da para más.
Esta renegociación no es solo un capricho; es una necesidad para no dejar propiedades abandonadas. Propietarios que antes se plantaban en cifras altas ahora prefieren ceder un 10 o 15% y asegurar un inquilino que cuide el lugar, antes que lidiar con meses de vacío y gastos fijos. El resultado se ve en las calles: menos carteles colgando y más vidrieras iluminadas, un soplo de aire fresco para la economía local que arrastra el peso de la inflación norteña.
El fenómeno se extiende a los alquileres de viviendas en Salta, donde la caída en la demanda temporal –por menos visitantes del exterior y empresas mineras que pausaron sus operaciones– abrió la cancha para contratos tradicionales. Con más departamentos y casas en oferta, los precios bajaron hasta un 10%, haciendo que mudarse a la ciudad o barrios como La Laguna sea más tentador para familias salteñas. A diferencia de Buenos Aires, acá los ajustes no galopan al ritmo de la inflación, lo que da un respiro a quienes buscan un techo sin endeudarse hasta el cuello.
En la compraventa, el mercado inmobiliario salteño se vuelca con todo hacia las unidades usadas, que por metro cuadrado andan en torno a los mil dólares, contra los dos mil o más de las nuevas. Comprar un lote y levantar de cero se volvió un sueño lejano por los costos disparados, así que los salteños optan por lo práctico: casas ya armadas que se adaptan con un par de reformas. Esta tendencia no solo mantiene el flujo de operaciones, sino que inyecta vitalidad a un sector que, en medio de la incertidumbre, encuentra en la flexibilidad su mejor carta para no quedarse atrás.