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El salario promedio vuelve a ganar terreno y permite comprar más alimentos básicos

Entre 2024 y 2025 mejoró la relación entre sueldos e inflación, lo que amplió la cantidad de productos esenciales que pueden adquirirse con un ingreso promedio.

El salario promedio vuelve a ganar terreno y permite comprar más alimentos básicos

La mesa de los argentinos viene atravesando años de tensión por la suba permanente de precios y la pérdida del poder adquisitivo. Sin embargo, en el último año y medio se observa un cambio moderado pero sostenido: los salarios comenzaron a crecer por encima de la inflación, lo que permitió recuperar parte del terreno perdido y mejorar la capacidad de compra en alimentos básicos.

Entre marzo de 2024 y septiembre de 2025 los ingresos promedios aumentaron alrededor del 46%, mientras que la inflación del período se ubicó cerca del 31,8%. Esa diferencia, aunque no resuelve todos los desequilibrios de la economía diaria, se traduce directamente en mayores cantidades de productos que pueden incorporarse al changuito sin que el sueldo quede corto desde la primera quincena.

El relevamiento toma como referencia alimentos emblemáticos de la canasta básica: yerba mate, leche, aceite de girasol, pan, huevos y carne. La comparación entre lo que un salario promedio permitía comprar en marzo de 2024 y lo que permite en septiembre de 2025 arroja un dato contundente: hoy el mismo ingreso alcanza para más unidades o kilos que hace un año y medio.

Uno de los casos más representativos es el de la yerba. En marzo de 2024 un salario alcanzaba para unos 356 paquetes de medio kilo; a septiembre de 2025, la cifra asciende a 659. El mate, tan presente en la rutina diaria, se vuelve así un poco menos costoso en relación con el sueldo.

La leche, clave en hogares con niñas, niños y adolescentes, evidencia una mejora similar. Los 583 sachets posibles en marzo de 2024 se transforman en 982 unidades en la actualidad. La diferencia no es menor, especialmente para familias que destinan una parte importante del presupuesto mensual a lácteos.

El aceite de girasol también muestra una recuperación visible. En un año y medio se suman aproximadamente 93 botellas adicionales dentro del mismo nivel de ingreso, algo que impacta tanto en la cocina diaria como en pequeños emprendimientos gastronómicos que dependen del costo de materia prima.

La carne, otro indicador sensible, refleja un cambio que tiene peso tanto económico como social. Los salarios permiten adquirir alrededor de 28 kilos más de asado que en marzo del año pasado. Después de largos meses en los que la parrilla se había transformado casi en un lujo ocasional, muchas familias vuelven a considerar el asado como una opción más frecuente y no como un gasto que obliga a ajustar el resto de la semana.

El pan, protagonista de desayunos, meriendas y comidas caseras, también acompaña esta tendencia. La capacidad de compra pasa de 319 a 405 kilos, una diferencia que se siente en los hogares y en quienes trabajan elaborando panificados para la venta.

Lo mismo ocurre con el huevo, un alimento que suele funcionar como alternativa económica a la carne y que además es indispensable para la repostería y la cocina cotidiana. Las posibilidades de compra trepan de 293 a 389 docenas, es decir, un salto de 96 docenas más con el mismo salario.

Aunque esta mejora no implica que la economía doméstica esté resuelta, sí representa un alivio real respecto a meses anteriores. Los sueldos todavía conviven con aumentos en servicios, alquileres y transporte, pero al menos los productos básicos ya no se escapan tan rápido del alcance de los consumidores.

La recuperación del poder de compra, incluso moderada, modifica hábitos cotidianos: permite planificar compras mensuales con menos incertidumbre, retomar algunas costumbres que habían quedado suspendidas y volver a pensar la mesa familiar con mayor previsibilidad. Después de años marcados por la pérdida sistemática del valor del salario, que los alimentos esenciales empiecen a ser más accesibles en relación con los ingresos constituye, para muchos argentinos, un cambio más que bienvenido.

Si la tendencia se sostendrá o volverá a frenarse dependerá de la evolución económica general, las próximas paritarias y el comportamiento de los precios. Por ahora, la fotografía es clara: hoy un salario promedio rinde más en yerba, leche, aceite, pan, huevos y carne que hace un año y medio, y eso se traduce en un respiro concreto en la mesa de millones de hogares.


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