Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, fue diagnosticado con cáncer de piel tras someterse a estudios en un hospital privado de Brasilia. Los médicos identificaron la presencia de carcinoma de células escamosas en dos lesiones, una en el brazo y otra en el tórax, que ya fueron removidas quirúrgicamente.
Se trata de un tipo de cáncer considerado de riesgo intermedio: no es el más agresivo, pero tampoco el más benigno. Según trascendió, el tumor se detectó en una etapa temprana, por lo que no será necesario iniciar tratamientos como quimioterapia. Sin embargo, Bolsonaro deberá realizar controles periódicos para evitar complicaciones.
El diagnóstico llega en un momento delicado para el exmandatario, que también padece anemia y afecciones renales. En los últimos meses, sufrió episodios recurrentes de hipo, vómitos y debilidad, síntomas que, según su entorno, están ligados a las secuelas de la puñalada que recibió durante su campaña presidencial de 2018.
La noticia de su enfermedad se conoció poco después de que Bolsonaro fuera condenado por la Corte Suprema de Brasil a más de 27 años de prisión por liderar una organización criminal e intentar revertir su derrota electoral de 2022 frente a Lula da Silva. Debido a sus problemas de salud, el exmandatario no estuvo presente en las últimas audiencias del juicio.
El carcinoma fue detectado en abril, cuando se realizó un examen preventivo en el que se analizaron ocho lesiones cutáneas. De esas, dos resultaron positivas para este tipo de tumor. Aunque fueron extirpadas con éxito, los médicos insisten en la necesidad de continuar con chequeos regulares para prevenir nuevos brotes.
En la región, la noticia impactó entre quienes seguían de cerca la figura de Bolsonaro por su peso político en Sudamérica. En Salta y otras provincias del norte argentino, donde existen vínculos comerciales y culturales con Brasil, el diagnóstico se suma a la creciente incertidumbre sobre el futuro del exmandatario.
A sus 70 años, Jair Bolsonaro enfrenta un presente cargado de complicaciones: su salud debilitada, una condena judicial que lo aleja de la vida política por décadas, y una imagen pública cada vez más erosionada