Este domingo, a las 9:32 de la mañana, muchos salteños detuvieron su rutina por un fenómeno natural que se sintió sin previo aviso: un sismo de magnitud 3.3 sacudió levemente la región. El temblor se originó en una zona ubicada al sur de Catúa, una localidad del noroeste de la provincia, y rápidamente fue percibido por vecinos de otras zonas cercanas como Tolar Grande y San Antonio de los Cobres.
Según datos del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES), el epicentro se ubicó a unos 178 kilómetros de profundidad, lo que hizo que el sismo se sintiera de manera leve en superficie. Sin embargo, esa sensación fue suficiente para despertar el nerviosismo entre algunos habitantes, especialmente en zonas rurales donde estos fenómenos suelen percibirse con mayor intensidad emocional.
Salta forma parte del llamado “cinturón sísmico argentino”, una franja geográfica que atraviesa varias provincias del norte y oeste del país. Dentro de ese mapa, la zona de la Puna es especialmente activa. Allí, los movimientos telúricos de baja y mediana magnitud son frecuentes y, aunque en la mayoría de los casos no causan daños materiales, no dejan de preocupar a la población.
Este reciente temblor es un recordatorio de que la actividad sísmica en el país no es un fenómeno aislado. En Salta, eventos similares se han registrado en lo que va del año, aunque pocos han sido tan notorios para los residentes como el de este domingo. Lo que más inquieta a los expertos no es tanto la magnitud de cada sismo, sino la frecuencia con la que ocurren en ciertas zonas.
Aunque el movimiento no generó daños estructurales ni heridos, muchos se preguntan qué se debe hacer ante este tipo de situaciones. Los especialistas recomiendan mantener la calma, ubicarse lejos de ventanas y objetos que puedan caer, y, si es posible, salir a espacios abiertos. En áreas con riesgo sísmico, como Salta, también es fundamental tener una mochila de emergencia preparada y conocer las rutas de evacuación.
Desde el INPRES, además, insisten en que es importante reportar cualquier percepción de sismos, incluso los leves, para contribuir a un monitoreo más preciso de la actividad sísmica en todo el país. La participación ciudadana en estos casos ayuda a mejorar los sistemas de alerta y prevención.
Aunque breve y sin consecuencias mayores, el temblor de este domingo dejó una marca en la memoria de muchos salteños. Para quienes viven en zonas sísmicas, cada pequeño sacudón es un recordatorio de que la tierra está viva y que, aunque no siempre se vea, debajo de nuestros pies hay fuerzas en constante movimiento.
Este tipo de fenómenos también ponen sobre la mesa la importancia de contar con información precisa, educación sísmica y políticas públicas que garanticen la seguridad en zonas de riesgo. Y aunque el temblor de 3.3 grados no fue peligroso, sí fue lo suficientemente fuerte como para encender la alerta en más de un hogar.