El uso de un georradar en la casa del presunto asesino serial de Jujuy abrió un nuevo capítulo en una investigación que ya sacude a toda la región. La herramienta, operada por un equipo de antropólogos forenses de Gendarmería Nacional, fue incorporada a los rastrillajes en Alto Comedero, donde buscan más restos humanos o elementos clave vinculados al detenido Matías Jurado. La tecnología permite analizar el subsuelo sin necesidad de excavar, lo que la convierte en un recurso vital para avanzar con precisión en este tipo de casos complejos.
La escena es impactante. En el barrio jujeño donde se llevan adelante los operativos, se intensificó la presencia de fuerzas de seguridad y peritos especializados. El foco está puesto en el terreno donde ya se encontraron restos en distintos estados de descomposición. Ahora, con el georradar, apuntan a detectar nuevas irregularidades que podrían indicar la presencia de más víctimas.
El caso estalló a partir de denuncias realizadas por familiares de personas en situación de calle, quienes dejaron de tener contacto con ellos durante el invierno. Con ese primer indicio, se activó un seguimiento que permitió identificar un patrón común en varias desapariciones. Las pistas llevaron a la casa de Jurado, donde el hallazgo de restos humanos dio un giro total a la investigación.
Actualmente, el sospechoso está imputado por el homicidio agravado de Jorge Anachuri, aunque las autoridades también lo vinculan con al menos otros cuatro casos de personas desaparecidas. Lo que comenzó como una serie de denuncias aisladas, terminó por convertirse en uno de los hechos policiales más inquietantes de los últimos años en el NOA.
La tecnología aplicada en esta etapa de la investigación no es nueva para la región, pero su uso sigue siendo excepcional. El georradar ya fue utilizado en causas resonantes, y ahora vuelve a cobrar protagonismo por su capacidad de registrar alteraciones en el suelo, como cavidades, objetos enterrados o restos óseos. Su precisión no sólo agiliza el trabajo forense, sino que también permite preservar la escena del crimen y evitar la pérdida de pruebas.
El barrio Alto Comedero está conmocionado. Los vecinos conviven con un despliegue constante de móviles, agentes y cintas perimetrales que marcan las zonas de trabajo. Hay tensión, miedo y sobre todo incertidumbre. La imagen del georradar siendo desplazado por el patio de una casa común —ahora transformada en epicentro de un horror inimaginado— dejó una huella difícil de borrar.
Mientras tanto, los resultados de los estudios de ADN a los restos hallados podrían conocerse en los próximos días. Las pruebas serán fundamentales para establecer identidades y confirmar si corresponden a las personas denunciadas como desaparecidas. En paralelo, los peritos trabajan en los análisis de suelo, comparan mapas del terreno y revisan las señales del georradar para decidir dónde intervenir con excavaciones.