La investigación por el crimen de Diego Fernández Lima, el adolescente que desapareció en 1984 y cuyos restos fueron hallados recientemente en una casa del macrocentro, sumó en las últimas horas un giro clave: el fiscal Martín López Perrando solicitó que se cite a declarar a Cristian Graf, el dueño de la propiedad donde se encontraron los huesos. Graf, de 56 años, vivía en la vivienda al momento del hallazgo y fue compañero del joven en la ENET N° 36.
Se trata, hasta ahora, del único sospechoso en una causa que reavivó una historia que parecía haber quedado enterrada en el tiempo. La Justicia busca ahora reconstruir los últimos días de Diego, qué ocurrió exactamente en esa casa de avenida Congreso al 3700 y quiénes estuvieron involucrados en su desaparición y muerte.
El caso volvió a salir a la luz luego de que obreros que trabajaban en refacciones de la vivienda encontraran restos óseos enterrados en el terreno. La sorpresa fue mayúscula: los huesos correspondían a Diego Fernández Lima, quien fue visto por última vez en 1984, cuando tenía apenas 16 años.
A partir del hallazgo, el fiscal comenzó a atar cabos y la figura de Cristian Graf se volvió central en la investigación. Además de haber sido compañero de colegio de Diego, vivía en la casa en cuestión. Pero el dato clave surgió gracias a un llamado inesperado: un exalumno de la misma escuela técnica, hoy radicado en el exterior, se comunicó con la fiscalía tras enterarse del caso por un grupo de egresados. Fue él quien aportó el dato de que Graf residía en ese domicilio.
Ese simple detalle terminó por direccionar la mirada de los investigadores hacia el actual propietario. Desde entonces, se sumaron más elementos que profundizaron las sospechas.
Los obreros que descubrieron los restos ya declararon ante la Justicia. Uno de ellos, encargado de la obra, relató que tras el hallazgo, Graf se acercó a la vereda y les ofreció explicaciones espontáneas. Según su testimonio, el hombre lanzó tres teorías distintas sobre los huesos encontrados, lo que generó inquietud tanto en los trabajadores como en los investigadores.
Primero, sugirió que quizás pertenecían a un antiguo cura, mencionando que hace décadas habría habido una iglesia en el lugar. Luego, comentó que el terreno había sido un establo en el siglo XIX. Finalmente, lanzó una hipótesis más rebuscada: afirmó que, al construir la pileta, habían traído un camión de tierra para nivelar y que posiblemente los huesos vinieron allí.
Esa última versión fue la que más desconfianza generó. Los obreros señalaron que les parecía poco probable que un cargamento de tierra trajera restos humanos completos, y menos aún que no hubiesen sido detectados en su momento.
Los dichos de Graf no pasaron desapercibidos en la causa, y alimentaron las sospechas sobre su posible responsabilidad en el crimen.
El fiscal López Perrando ya avanzó con varios testimonios y ahora solicitó formalmente que el juez Alejandro Litvack cite a indagatoria a Cristian Graf. En esa audiencia, además de prestar declaración, se le notificará la imputación en su contra.
El procedimiento todavía no tiene fecha definida, pero fuentes cercanas a la causa confirmaron que dos abogados se presentaron en la vivienda de Graf luego del pedido del fiscal, en lo que sería una señal de que la notificación oficial está en marcha.
Con el correr de los días, la causa fue sumando elementos que, aunque todavía no configuran una prueba concluyente, sí dibujan un perfil de sospecha sobre el excompañero de Diego. Los investigadores ahora se enfocan en reconstruir la relación que tenían ambos adolescentes, la dinámica de la casa familiar en los años 80 y, sobre todo, qué pudo haber motivado el crimen.
Si bien todavía no hay pruebas directas que vinculen a Graf con el homicidio, la Justicia ya lo considera sospechoso principal. El hecho de que el cuerpo haya permanecido oculto durante más de 40 años en su casa —o al menos, en un lugar que habitaba— resulta difícil de ignorar.
Por ahora, el expediente se mueve con cautela, pero con pasos firmes. La decisión de citarlo a indagatoria marca un punto de inflexión: la investigación entra en una nueva etapa, en la que se buscará definir responsabilidades y, finalmente, darle justicia a Diego y a su familia.