La imagen de Matías Jurado, el hombre acusado de una serie de crímenes que conmocionaron a la provincia de Jujuy, ha sido reproducida por medios de todo el país. En la foto, se lo ve sin remera, con cicatrices visibles y varios tatuajes, entre ellos uno que generó un especial interés: el nombre “Ana” grabado en su pecho.
Encima del abdomen, la palabra destaca junto a otros símbolos: una telaraña en el hombro derecho, su propio nombre —“Matías”— y una gran cicatriz vertical que atraviesa su vientre. Para muchos, esa marca fue una pista sobre su vida antes del horror. ¿Quién es Ana? ¿Qué historia guarda ese nombre sobre la piel de un hombre señalado por múltiples homicidios?.
Micaela Rueda, vecina y amiga de la infancia de Jurado, fue quien aportó claridad sobre el origen del tatuaje. Según contó, Ana fue la primera pareja formal del acusado. “Fue su primera mujer, después estuvo con otra que se llamaba Marcela. Con ellas tiene como tres hijos”, relató, aunque no pudo confirmar los detalles exactos de esas relaciones.
Más allá de los vínculos sentimentales, lo más revelador de su testimonio fue la descripción de la personalidad de Jurado. “Era violento desde siempre, muy solitario. Tomaba y se drogaba todo el día. Nadie se imaginaba que iba a terminar matando gente, pero lo cierto es que el barrio siempre le tuvo miedo”, confesó.
El relato de Micaela coincide con el de varios vecinos de Alto Comedero, el barrio donde creció el acusado. Muchos recuerdan a Matías como un joven “alterado”, “impredecible” y “peligroso”. Su conducta errática era conocida, e incluso circulan versiones sobre amenazas con machetes a quienes vivían cerca.
Micaela contó un hecho especialmente perturbador: Matías golpeó brutalmente al abuelo de su sobrino, un hombre conocido como “Sabrosita”, quien fue hospitalizado en terapia intensiva tras una de esas golpizas. “Vivieron juntos un tiempo. Nadie entendía por qué lo trataba así, pero parecía que la violencia era parte de su naturaleza”, aseguró.
Lo que más impacta a quienes conocieron a Jurado no es solo el horror de los crímenes que se le atribuyen, sino el abismo entre la infancia compartida y su presente criminal. “Éramos amigos de toda la vida. Vivimos a pocas cuadras y nos cruzábamos seguido. Cuando nos enteramos de todo esto, nos paralizó el miedo. Nos preguntamos: ‘¿Y si nos mataba a nosotros?’”, dijo Micaela.
Esa sensación de haber estado cerca del peligro sin saberlo es algo que ahora atraviesa a muchos en el barrio. El silencio que alguna vez fue indiferencia, hoy se convierte en una mezcla de temor, desconcierto y culpa por no haber actuado antes.
El tatuaje como símbolo de un pasado que no fue olvido
La figura de Ana no solo representa una antigua relación, sino también una ventana al pasado de Jurado. Un pasado que, si bien marcado por vínculos afectivos, también muestra señales de descontrol, abandono y posible violencia.
Aunque Micaela no confirmó si Jurado mantenía contacto con Ana o sus hijos, sí aseguró que no se lo veía formando una familia ni sosteniendo vínculos sanos. “Nunca tenía novia porque estaba todo el tiempo borracho o drogado”, explicó. Así, ese nombre tatuado en su cuerpo contrasta con la imagen de un hombre incapaz de mantener relaciones estables o afectos duraderos.
La figura de “El loco Matías”, como lo llamaban muchos vecinos, era casi una leyenda urbana en Alto Comedero. Nadie se animaba a enfrentarlo, pero todos sabían de sus arrebatos violentos. Ahora, con la detención del acusado y la exposición de su rostro en todos los medios, la comunidad se enfrenta a una verdad que siempre estuvo cerca pero fue ignorada.
Micaela y otros conocidos no dejan de preguntarse qué pasó en la vida de Jurado para llegar a este punto. “Siempre fue así, pero nunca pensamos que iba a terminar matando. Uno cree que esas cosas pasan en las películas o en otro país, no a la vuelta de tu casa”, reflexionó.
Mientras la Justicia avanza con la investigación por múltiples homicidios y los medios nacionales siguen cada detalle del caso, el tatuaje de Ana sigue generando preguntas. ¿Sabía ella del rumbo que había tomado la vida de Matías? ¿Estaba al tanto de las acusaciones? ¿Tuvo contacto con él en los últimos años?
La figura de Ana, hasta ahora ausente en declaraciones públicas, permanece en el centro de la escena como un símbolo silencioso de un pasado que quedó grabado en la piel, pero del que poco se sabe. Una mujer que fue parte de su historia, pero que quizás nunca imaginó que aquel joven con el que compartió una etapa de su vida terminaría siendo noticia por motivos tan oscuros.