La medida cayó como balde de agua fría en el kirchnerismo y desató una catarata de críticas en redes sociales. Los jueces Jorge Gorini, Gustavo Giménez Uriburu y Andrés Basso firmaron por unanimidad la resolución que restringe las visitas en el departamento de Recoleta y, de paso, le mandaron un percibimiento formal a la expresidenta por haber incumplido las reglas anteriores.
Lo que más molestó al TOF 2 fue el truco utilizado: cada economista pidió autorización por separado, sin aclarar que los nueve iban a reunirse al mismo tiempo. Como no existe una norma que obligue a especificar el motivo colectivo, Gorini los dejó pasar uno por uno. Resultado: el lunes apareció medio gabinete económico del futuro en el living de Cristina mientras el país miraba azorado.
Para los magistrados, esa jugada no fue inocente. En el escrito hablan explícitamente de “provocación” y advierten que no van a tolerar más maniobras de ese tipo. La sensación que queda es que la ex presidenta se burló de la Justicia y, por extensión, de los millones de argentinos que ven cómo una condenada por corrupción administra su pena como si fuera un té con amigas.
El nuevo régimen es clarito: máximo tres o cuatro visitantes simultáneos y una o dos reuniones semanales. Además, cualquier persona que no figure en la lista fija (familiares directos, médicos, abogados y custodia) deberá pedir permiso expreso y justificar por qué quiere entrar. Se acabaron las sorpresas.
El episodio expuso, una vez más, el doble estándar que muchos le critican al kirchnerismo. Mientras miles de presos comunes cumplen pena en cárceles superpobladas, la líder del espacio más votado del país recibe economistas, gobernadores, Lula da Silva y hasta Silvio Rodríguez en su casa de la calle Juncal como si la condena de seis años por defraudación al Estado fuera un detalle menor.
La reacción en las redes no se hizo esperar. “Privilegios VIP para ladrones con domicilio caro”, “La Justicia por fin le puso un límite a la reina”, “¿Cuándo le toca a un jubilado recibir nueve visitas por semana?” fueron algunos de los comentarios que se volvieron virales en pocas horas.
Lejos de bajar el tono, desde el entorno de Cristina ya avisaron que van a apelar la decisión y hablan de “persecución política”. Lo cierto es que el Tribunal no se corrió ni un centímetro y hasta dejó entrever que, si vuelven a detectar otra picardía parecida, las condiciones pueden endurecerse todavía más.
Queda claro el mensaje: la domiciliaria no es un hotel cinco estrellas ni un centro cultural. Y aunque Cristina Kirchner siga creyendo que las reglas no son para ella, tres jueces federales acaban de recordarle, con todas las letras, que la Justicia argentina todavía tiene dientes.