En diálogo con Agenda/ Salta, Ezequiel Fuentes realizó una denuncia pública tras ser víctima de un asalto violento que tuvo lugar en la madrugada del pasado sábado. Acusó a la policía de actuar del lado de los asaltantes, pues todos estuvieron coincidieron en la misma calle luego del robo. Luego tuvo que peregrinar por dos comisarías hasta que le tomaron la denuncia formal. Ahora espera recuperar sus pertenencias y que se haga justicia.
Según su testimonio, Ezequiel se encontraba regresando esa madrugada a su hogar luego de salir del barrio Autódromo. Caminaba por la Avenida Uruguay junto a un amigo cuando fueron abordados por un individuo que les pidió cigarrillos. Le respondieron que no tenían y continuaron su camino, pero se percataron de que el sujeto los seguía junto a otro cómplice, ambos al parecer, limpiavidrios que suelen estar en la esquina de Entre Ríos y Bicentenario..
Ante la creciente sensación de peligro, ambos aceleraron el paso. Sin embargo, el amigo fue más rápido y abandonó raudamente el lugar. En tanto que Ezequiel fue alcanzado por uno de los delincuentes, quien le propinó un golpe en el hombro y lo amenazó. Mientras intentaba huir, Ezequiel fue derribado al suelo por los asaltantes, quienes le arrebataron su teléfono celular y su mochila. Durante el forcejeo, fue golpeado y amenazado de muerte.
En medio de la situación desesperante, una camioneta se acercó al lugar, lo que generó una breve distracción en los ladrones y les hizo perder el control del celular de Ezequiel, que cayó al suelo y se rompió. A pesar de esto, los delincuentes aún intentaron arrebatarle su mochila, pero Ezequiel se negó, ya que contenía elementos de valor, incluyendo dinero destinado a sus estudios universitarios. Además, los agresores lograron sustraer dos mil pesos en efectivo.
Los asaltantes no portaban armas blancas visibles en ese momento, aunque Ezequiel sospecha que podrían haberlas tenido escondidas. Explicó que la superioridad numérica y la falta de un entorno propicio para defenderse hicieron que no intentara enfrentar a los delincuentes. La situación resultó impactante para él, ya que nunca esperaba que algo así pudiera sucederle, especialmente en esa zona de la ciudad, considerada más bien como “tranquila”.
Tras el robo, inmediatamente Ezequiel buscó ayuda y encontró a una empleada de limpieza en la misma calle donde ocurrió el asalto. Le consultó sobre la presencia policial en la zona y le informaron que había dos oficiales en la calle del shopping cercano. Con la esperanza de recibir apoyo, se dirigió rápidamente hacia ellos, pero lamentablemente se encontró con que los delincuentes continuaban su escape sin ser detenidos. Al intentar relatar lo sucedido a los agentes, estos mostraron poco interés en su situación, lo que generó una frustración aún mayor para Ezequiel. Incluso los policías le dijeron que ya habían requisado a los sujetos y que no tenían nada raro.
La desesperación llevó a Ezequiel a seguir nuevamente a los delincuentes, esperando que la presencia policial lograra frenar su huida. Sin embargo, los oficiales se mostraron apáticos ante su pedido de ayuda y, en lugar de detener a los delincuentes, lo detuvieron a él. Mientras los ladrones continuaban alejándose, Ezequiel forcejeaba para liberarse del agarre de los policías, quienes finalmente lo soltaron cuando los delincuentes estaban a dos cuadras de distancia.
Ezequiel lamentó no haber podido obtener los nombres de los oficiales involucrados, ya que después del incidente decidió perseguir a los delincuentes en lugar de prestarles atención. Tras este traumático episodio, acudió a la Comisaría Primera para realizar la denuncia correspondiente, pero fue rechazado y redirigido a otra comisaría, cercana al boliche Salón, donde finalmente pudo formalizar su denuncia después de una espera de dos horas.
La experiencia vivida por Ezequiel Fuentes expone la vulnerabilidad de los ciudadanos frente a la delincuencia y la falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades. La impotencia de ver cómo los delincuentes escapan impunemente, mientras la policía se muestra negligente y poco dispuesta a brindar ayuda, es un reflejo alarmante de la realidad que enfrenta la población salteña. Queda por determinar si se tomarán medidas concretas para esclarecer este caso y garantizar la seguridad de los ciudadanos en situaciones de emergencia.