A los 75 años, cuando muchos imaginan una vida alejada de los cuadernos y los horarios de estudio, Ubaldo Matildo Fillol decidió volver al secundario y sorprender al país con una muestra conmovedora de perseverancia. El histórico arquero de la Selección Argentina y símbolo de River Plate compartió su preparación para un examen de Geografía, materia que aprobó con un 10 que celebró con la misma emoción de quien alcanza un sueño largamente postergado.
El “Pato” grabó un video mientras repasaba contenidos y mostraba su concentración previa a la evaluación. Allí se lo notó seguro, comprometido y con esa humildad que lo caracterizó dentro y fuera de la cancha. Confesó que llevaba semanas estudiando, decidido a rendir la materia y a demostrar que nunca es tarde para completar etapas pendientes. Su dedicación quedó reflejada en la nota máxima que obtuvo, un logro que rápidamente se viralizó y desató una ola de mensajes de afecto y admiración.
La noticia generó un impacto inmediato en redes sociales, donde hinchas de River, fanáticos del fútbol argentino y personas de todas las edades celebraron su ejemplo. Muchos destacaron que su gesto va más allá de una simple anécdota: representa la importancia de la educación como herramienta de crecimiento personal, incluso cuando la vida ya recorrió varios capítulos. La historia del “Pato” despertó una sensibilidad especial entre quienes alguna vez dejaron los estudios por motivos laborales, familiares o económicos. Para ellos, ver a un referente tan reconocido volver a estudiar fue un impulso emocional, una invitación a retomar proyectos postergados.
En su carrera deportiva, Fillol fue sinónimo de seguridad, compromiso y excelencia. Ícono del arco argentino y figura central en el Mundial 1978, dejó un legado construido sobre disciplina y esfuerzo. Ahora, lejos del césped, vuelve a mostrar las mismas cualidades que lo hicieron enorme: humildad para empezar de nuevo y determinación para alcanzar aquello que se propone. Su regreso al secundario no busca mostrar grandeza, sino simplemente cerrar un ciclo personal, aunque su ejemplo terminó inspirando a miles de personas.
La imagen del exarquero repasando apuntes y hablándole a la cámara con la sinceridad de un estudiante común generó una identificación inmediata. En un país donde la educación pública sigue siendo un símbolo de oportunidad y movilidad social, su historia reforzó la idea de que estudiar es un derecho que puede ejercerse en cualquier etapa de la vida. Aunque él no lo pretendiera, su logro se transformó en un recordatorio de que aprender nunca pasa de moda y que el deseo de superarse puede renacer a cualquier edad.
Más allá del 10 que obtuvo —celebrado casi como si se tratara de un penal atajado en una final— lo que más resonó fue su mensaje silencioso: la constancia es el camino. Fillol demostró que el entusiasmo por aprender puede permanecer intacto y que los desafíos, por más pequeños que parezcan frente a una carrera repleta de títulos, siguen teniendo un valor enorme cuando nacen del deseo personal.
El ejemplo del “Pato” trajo a la superficie una verdad simple pero poderosa: la vida siempre ofrece segundas oportunidades. A sus 75 años, eligió tomarlas con el mismo profesionalismo que mostró bajo los tres palos. Y así, sumó a su extensa trayectoria un logro distinto, íntimo, pero profundamente inspirador. Un recordatorio para todos: estudiar, crecer y animarse a más no tiene fecha de vencimiento.