En el corazón del interior salteño, Coronel Juan Solá, conocido como Morillo, refleja una de las caras más crudas del abandono estructural en Argentina.
En esta localidad, niños desde los 10 años inhalan nafta en envases Tetra Brik y consumen alcohol etílico mezclado con gaseosas o jugos, un panorama que expone la vulnerabilidad de las comunidades originarias y la falta de recursos para enfrentar esta crisis.
Marcelo Córdova, interventor del municipio de Rivadavia Banda Norte, describió la situación con preocupación: “Detectamos consumo en chicos desde los 10 u 11 años. La desnutrición, la deserción escolar y la ausencia de equipos especializados agravan el problema, especialmente en las comunidades indígenas”. La falta de asistentes sociales y terapeutas complica aún más la atención de las adicciones, dejando a la prevención como principal herramienta.
Consumo problemático: una amenaza que crece
El consumo de sustancias en Morillo no se limita a casos aislados. Según Córdova, los chicos se reúnen en las calles y acceden a nafta robada de motos, que inhalan desde envases de Tetra Brik. Este problema no es exclusivo de Morillo, sino que se extiende a comunidades como La Loma, Embarcación y Tartagal. Además, el consumo de alcohol etílico mezclado con bebidas azucaradas es habitual, y en algunos casos, está vinculado a episodios de violencia. El año pasado, en barrios como La Cortada y Cacique Catan, se registraron muertes violentas relacionadas con enfrentamientos entre jóvenes, muchos de ellos bajo los efectos del alcohol.
“Los chicos caen en estas adicciones por falta de alternativas para canalizar su energía. Sin contención, el riesgo es enorme”, explicó Córdova. La ausencia de oportunidades recreativas y educativas empuja a los adolescentes a conductas de riesgo, agravadas por un contexto de pobreza y marginalidad.
Estrategias de contención: el deporte y la cultura como aliados
Desde el municipio, se están implementando iniciativas para revertir esta realidad. Una de las principales apuestas es el fortalecimiento del deporte. Actualmente, más de 120 chicos participan en un club local que compite en la Liga del Bermejo. “El deporte les dio rutinas saludables. Ya no salen tanto de noche y se cuidan los fines de semana”, destacó Córdova.
Además, se promueven actividades culturales en iglesias y centros comunitarios, con clases de música, canto, pintura y dibujo. Estas iniciativas buscan ofrecer a los jóvenes espacios de expresión y contención, alejándolos de las adicciones. “Queremos que canalicen su energía en algo positivo, que tengan un lugar donde pertenecer”, señaló el interventor.
Desafíos educativos y desnutrición
La educación es otro frente crítico. En Rivadavia Banda Norte hay 32 escuelas primarias, muchas con matrícula exclusivamente originaria, como las de Kilómetro 92, Tambor de Tacuarí o Capitán Pagés. Sin embargo, en el nivel secundario la oferta es escasa, con solo cinco escuelas en todo el municipio. La transición al secundario es un obstáculo para los adolescentes indígenas, que suelen llegar con una base educativa débil. “Este año, más de 45 chicos de comunidades originarias ingresaron al secundario en Pluma de Pato. Les damos clases de apoyo para que no abandonen”, explicó Córdova.
La desnutrición también agrava la situación. Desde fines de 2024, el municipio trabaja en programas nutricionales y apoyo a comedores escolares para garantizar al menos una comida diaria a los chicos. Además, un colectivo donado por SAETA traslada a más de 100 estudiantes que viven sobre la ruta nacional 81 hacia las escuelas, reduciendo la deserción.
Infraestructura y apoyo humano para cambiar la realidad
El municipio está invirtiendo en infraestructura deportiva y edilicia para mejorar los espacios comunitarios. “Queremos que los chicos tengan lugares donde pasar su tiempo libre de forma saludable”, afirmó Córdova. Profesores y actividades recreativas son parte de esta estrategia de contención, que busca ofrecer alternativas concretas frente a la falta de oportunidades.
A pesar de los esfuerzos, el panorama sigue siendo complejo. La combinación de adicciones, desnutrición y deserción escolar requiere soluciones integrales y sostenidas. En Morillo, la lucha contra el abandono estructural es un desafío que exige el compromiso de todos los niveles del Estado y la comunidad.