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DÍA DEL NIÑO

Los chicos no quieren juguetes: piden tiempo, abrazos y menos celulares

Un llamado profundo desde la infancia al corazón de las familias.

Los chicos no quieren juguetes: piden tiempo, abrazos y menos celulares

En el Día de la Niñez, mientras las vidrieras se llenan de muñecas, pelotas y autitos, lo que verdaderamente desean muchos chicos en Salta no entra en una bolsa ni lleva moño. Lo que piden —casi con un grito silencioso— es algo mucho más simple y más difícil: tiempo compartido con sus padres, atención sin distracciones, y abrazos sin apuro.

Durante esta semana, distintas actividades organizadas en centros comunitarios y comedores barriales de la ciudad de Salta y del interior provincial pusieron en evidencia una realidad que interpela. Los niños no están tan pendientes del regalo más caro ni del juguete de moda. Lo que realmente anhelan es un rato para jugar con mamá o papá, sin celulares de por medio, con la certeza de que el adulto está ahí, presente de verdad.

En el comedor "Manitos Unidas", ubicado en la zona sudeste de la ciudad, un grupo de niños participó de una actividad especial por el Día de la Niñez. Entre juegos, dibujos y rondas de conversación, los chicos respondieron a una pregunta que parecía sencilla pero que terminó siendo reveladora: ¿Qué te gustaría recibir en tu día?

Las respuestas fueron contundentes. "Que mi papá deje el celular cuando llega del trabajo y juegue conmigo", dijo un nene de 9 años, mientras dibujaba una casa con una familia abrazándose. "Que mi mamá me mire cuando le hablo", pidió otra nena, con una mezcla de dulzura y reclamo en los ojos. Ninguno mencionó una consola, un juguete costoso o algo comprado. Lo que piden es cercanía, contacto real, conexión emocional.

En barrios como Solidaridad, Villa Lavalle, San Benito o Ceferino, la realidad golpea fuerte. La falta de recursos materiales es una constante, pero lo que más duele en los relatos de los niños no es la ausencia de objetos, sino la ausencia de presencia. “Me gustaría que mi mamá se quede a jugar a las cartas conmigo a la noche, aunque esté cansada”, contó otro pequeño, con una madurez que descoloca.

Los teléfonos celulares aparecieron una y otra vez como los grandes enemigos del vínculo. “Cuando llegamos del cole, mi mamá sigue mirando el celu y no me escucha”, dijo una nena de apenas 7 años. Otro chico fue más directo: “Le pondría una regla a los grandes: que no usen el celular hasta que nos durmamos”. Lo paradójico es que muchos adultos consideran que pasar tiempo frente a una pantalla con sus hijos —mirando una serie o videos en redes sociales— es tiempo de calidad. Pero lo que los chicos piden es juego, palabra, risa compartida. Estar con ellos, no solo al lado.

En el mismo encuentro, también surgieron deseos que muestran una sensibilidad profunda y un sentido de comunidad muy marcado. Ante la consigna ¿Qué te gustaría que tengan todos los chicos?, las respuestas fueron tan simples como poderosas: “Que tengan una casa linda”, “Que coman todos los días”, “Que nadie les pegue”, “Que todos tengan alguien que los quiera”. Palabras que duelen, que atraviesan cualquier discurso, y que muestran cómo la niñez no está aislada de la realidad social que la rodea.

En ese marco, desde los espacios comunitarios y organizaciones sociales que trabajan en la contención de la niñez en Salta, se insiste en una idea: el juego no es un lujo, es un derecho. Y jugar con un adulto, sin prisa ni celular en mano, puede marcar la diferencia en el desarrollo emocional de un chico. Por eso, muchas agrupaciones impulsan en esta fecha una propuesta concreta: regalar, al menos durante esta semana, una hora por día de juego elegido por los niños, con atención plena y contacto afectivo. Un regalo que no se compra, pero que vale más que cualquier juguete de moda.

“Con que me abracen ya soy feliz”, dijo uno de los más chicos en medio de la ronda, y no hizo falta nada más. En esa frase se resume todo.

Mientras en los shoppings de la capital salteña y en las jugueterías del centro se agotan los productos más caros y publicitados, en los barrios la necesidad es otra. Y no se trata de falta de amor, sino de una rutina que a veces absorbe tanto a los adultos que se olvidan de lo esencial. Los celulares, el trabajo, las obligaciones... todo conspira contra algo tan simple como jugar un rato, hablar cara a cara, mirar a los ojos.

Este Día de la Niñez, el desafío no es buscar el regalo perfecto, sino ser ese regalo. Una hora. Un juego. Un abrazo sin mirar el reloj. De eso se trata.

Porque los niños salteños, como los de todo el país, no piden cosas. Piden estar con quienes aman. Y eso, aunque no se venda en ninguna góndola, es lo más valioso que se les puede dar.

 


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