Durante el primer semestre de 2025, más de 430 personas fueron mordidas por perros en Salta, de acuerdo a datos del Ministerio de Salud Pública. La mayoría de estos ataques se produjeron en entornos urbanos y se clasifican como accidentes potencialmente rábicos, lo que obliga a seguir un estricto protocolo sanitario para evitar consecuencias mayores.
Solo en la última semana epidemiológica informada (hasta el 28 de junio), se notificaron 9 nuevos casos: 4 en el departamento San Martín, 3 en Anta y 2 en Capital. El total acumulado desde enero asciende a 431 personas lesionadas por mordeduras de perros, cifra que preocupa tanto por el volumen como por el riesgo sanitario y psicológico que implica.
Las mordeduras, más que una herida: riesgos físicos y emocionales
Cuando un perro muerde, no solo hay peligro de rabia, sino también de infecciones severas, fracturas, cicatrices permanentes e incluso trastornos psicológicos en la víctima, especialmente si se trata de niñas o niños.
Las bacterias presentes en la saliva del animal pueden generar infecciones profundas si no se realiza una limpieza inmediata y adecuada de la herida. También existen riesgos como tétanos, osteomielitis, meningitis y artritis séptica, aunque estos son menos frecuentes.
Además de las consecuencias médicas, muchos pacientes —en especial menores de edad— desarrollan estrés postraumático, fobias a los animales o un miedo intenso que afecta su día a día. La presencia de cicatrices visibles puede afectar la autoestima y generar inseguridades, principalmente si se ubican en el rostro o las manos.