El cometa 3I/ATLAS se convirtió en las últimas semanas en uno de los fenómenos más comentados del sistema solar. Su paso por las cercanías de la Tierra prometía ser un espectáculo astronómico único, pero un hecho inesperado llamó la atención de la comunidad científica: el silencio absoluto de la NASA.
Desde hace varias semanas, la agencia espacial estadounidense no publicó nuevos reportes sobre la trayectoria ni sobre las observaciones del cometa, algo que resulta inusual tratándose de un objeto de interés internacional. La falta de información coincidió justamente con el mejor momento para observar 3I/ATLAS, lo que encendió las alarmas entre astrónomos y aficionados.
El silencio de la NASA dio lugar a todo tipo de teorías. En foros especializados y redes sociales comenzaron a circular rumores que iban desde problemas técnicos o presupuestarios, hasta hipótesis de encubrimiento sobre posibles hallazgos inesperados relacionados con el cometa. Sin embargo, la explicación más probable parece estar mucho más cerca de la realidad cotidiana: el cierre parcial del gobierno de Estados Unidos.
Un efecto colateral del cierre gubernamental
El llamado government shutdown —una situación que ocurre cuando el Congreso norteamericano no aprueba a tiempo el presupuesto federal— obligó a miles de empleados públicos a suspender sus actividades. Entre las agencias afectadas se encuentra la NASA, que debió detener temporalmente la mayoría de sus operaciones no esenciales, incluyendo la comunicación oficial sobre misiones científicas y proyectos de observación espacial.
En su sitio web, la propia agencia confirmó la situación con un mensaje claro: “Debido a la interrupción de la financiación del gobierno federal, la NASA no está actualizando este sitio.” Esa simple línea bastó para aclarar que el silencio no respondía a un misterio cósmico, sino a una cuestión administrativa.
Aun así, el parate coincidió con el período en que el cometa 3I/ATLAS era más visible desde la Tierra, especialmente desde el hemisferio sur. Observatorios independientes y astrónomos aficionados aprovecharon la oportunidad para registrar imágenes y datos, que luego fueron compartidos en plataformas colaborativas de la comunidad científica internacional.