En la última edición de La Voz Argentina, Soledad Pastorutti volvió a demostrar por qué es una de las figuras más exigentes y apasionadas del certamen. Durante el tercer round de batallas, la folclorista protagonizó un momento que dejó huella en el programa y marcó una clara diferencia con respecto a sus compañeros del jurado. Tras escuchar la interpretación de Thomas Dantas y Nicolás Behringer, Soledad no dudó en expresar su opinión con firmeza y sensibilidad, dejando en claro que sus estándares eran más altos que los del resto: “Yo tenía la vara más alta”.
La batalla entre Thomas y Nicolás fue intensa y emotiva, con ambos participantes entregando lo mejor de sí en el escenario. Sin embargo, para Soledad, no bastaba con una buena interpretación. Ella buscaba algo más: autenticidad, entrega total y una conexión profunda con el público. Su devolución fue detallada y honesta, destacando aspectos técnicos y emocionales de la presentación. “No se trata solo de cantar bien, sino de transmitir, de dejarlo todo en el escenario”, afirmó con convicción.
La frase “Yo tenía la vara más alta” no fue una crítica destructiva, sino una declaración de principios. Soledad explicó que, al haber trabajado durante años en el folclore y haber recorrido escenarios de todo el país, su mirada estaba formada por una exigencia artística que iba más allá de lo convencional. “Cuando uno sube a este ring, tiene que subir a comérselo”, dijo, haciendo referencia a la actitud que espera de sus participantes.
Esta postura la diferencia notablemente de sus compañeros del jurado, quienes en ocasiones optan por decisiones más emocionales o estratégicas. Soledad, en cambio, se mostró como una mentora que no teme tomar decisiones difíciles si considera que es lo mejor para el crecimiento de sus artistas. En esta ocasión, su análisis fue tan profundo que incluso se planteó no quedarse con ninguno de los dos, una decisión que sorprendió al público y generó debate en redes sociales.