Este 1° de agosto, en un clima cargado de energía y simbolismo, vecinos de Salta, estudiantes y visitantes de otras provincias se reunieron para rendir homenaje a la Pachamama. El tradicional Convite se realizó, como cada año, en la emblemática Casona de Castañares, un lugar que ya es sinónimo de esta festividad que atraviesa generaciones.
La ceremonia, organizada por la Municipalidad de Salta a través de la Agencia Cultura Activa, comenzó alrededor de las 10:30 de la mañana con la apertura del "mojón", un espacio simbólico donde se realiza el ritual. El evento marcó el inicio de un nuevo ciclo agrícola y espiritual para las comunidades andinas.
Guiados por el reconocido Héctor “Pantera” Colque, cacique de la Comparsa Los Incas, el rito central consistió en la “corpachada”, una ofrenda que busca restablecer el equilibrio con la naturaleza. En un pozo abierto en la tierra —la "boca" de la Pachamama— se depositaron hojas de coca, bebidas tradicionales, alimentos y otros elementos sagrados.
Este acto representa una devolución simbólica por las bendiciones recibidas durante el año. No solo es un pedido de prosperidad, salud y buenas cosechas, sino también un recordatorio del vínculo profundo que une a las comunidades del norte argentino con su entorno natural.
La jornada estuvo llena de vida. El grupo “Carnavaleros de la Puna” puso ritmo y color con su música en vivo, mientras danzantes y comparsas ofrecieron un espectáculo vibrante que emocionó a todos los presentes.
Entre los asistentes se encontraban estudiantes de la Escuela Batalla de Salta y otras instituciones educativas de la zona, quienes participaron activamente, aprendiendo en primera persona sobre el valor cultural y espiritual del Convite.
Una tradición que se renueva cada año
Ariana Benavidez, coordinadora de la Agencia Cultura Activa, subrayó la importancia del evento: “Es una jornada muy importante para la cultura andina. Nos permite agradecer, pedir por lo que viene y, sobre todo, compartir una experiencia profunda entre generaciones”.
Antonio López, director de la Casona de Castañares, recordó que esta fue la edición número doce del Convite en este espacio histórico, que se consolida como un punto de encuentro entre la tradición ancestral y la vida urbana.
El Convite a la Pachamama no es solo una ceremonia. Es una declaración de identidad. En tiempos donde la desconexión con la naturaleza parece crecer, estos rituales cobran aún más sentido. Invitan a detenernos, agradecer y mirar hacia nuestras raíces.
La participación activa de turistas y jóvenes refleja que este tipo de encuentros no solo conservan la cultura ancestral, sino que también la proyectan hacia el futuro, conectando con nuevas generaciones en un lenguaje universal: el respeto por la Tierra.