El satélite argentino Atenea ya está en Estados Unidos, donde será incorporado al cohete SLS de la NASA para participar en una de las misiones espaciales más importantes del siglo: Artemis II. Diseñado, construido y probado en el país, este pequeño CubeSat formará parte de la nave Orión, que en 2026 llevará una tripulación a orbitar la Luna, marcando el retorno de vuelos tripulados al satélite natural tras más de 50 años.
Con apenas 30 centímetros de largo, Atenea representa un avance enorme para el desarrollo aeroespacial nacional. Se trata de un satélite de clase 12U desarrollado por la CONAE junto a universidades públicas, organismos científicos y empresas tecnológicas del país, en el marco del programa SARE. Su objetivo es validar tecnologías clave en un entorno real, como sistemas de navegación, medición de radiación y enlaces de comunicación a larga distancia.
El satélite fue integrado y testeado en el Centro Espacial Teófilo Tabanera de Córdoba, donde superó exitosamente todas las pruebas técnicas exigidas por la NASA. Ahora, el equipo argentino que lideró el proyecto viajó a Estados Unidos para supervisar su incorporación a la cápsula Orión, donde permanecerá inactivo hasta el momento del despliegue.
Atenea no viajará solo: compartirá espacio con CubeSats de otros países como Alemania, Corea del Sur y Arabia Saudita, reforzando el carácter internacional de la misión Artemis II. Sin embargo, su presencia es significativa: pone a la Argentina en un grupo reducido de países con capacidad de integrar desarrollos propios en vuelos espaciales tripulados.
La ingeniería detrás de Atenea fue coordinada por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata, en conjunto con equipos de la UBA, la UNSAM, la CNEA y el IAR. Cada componente del satélite, desde el software hasta la estructura física, fue diseñado y fabricado en el país. También participaron estudiantes, marcando una renovación generacional del talento científico local.
Más allá del logro técnico, el proyecto simboliza una política sostenida de impulso a la ciencia y la tecnología nacional. En un contexto global donde la industria espacial gana peso estratégico, Argentina demuestra que puede competir con recursos propios y talento local.
La creciente presencia de carreras tecnológicas, centros de innovación y proyectos científicos en la región se nutren de estos hitos. Cada paso que da el país en materia espacial amplía el horizonte para miles de jóvenes que hoy se forman en universidades y escuelas técnicas del interior.
Con la mirada puesta en la Luna, pero los pies firmes en el trabajo colaborativo, Atenea es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando ciencia, Estado y educación pública trabajan con un objetivo común. Cuando el SLS despegue en 2026, una parte de la Argentina irá a bordo, con un satélite que ya es motivo de orgullo nacional.