Tony Janzen Valverde Victoriano, conocido como “Pequeño J”, fue detenido en Perú tras un operativo coordinado entre la Policía Nacional de ese país y efectivos de Buenos Aires. El acusado, señalado como el cerebro detrás del triple crimen de Brenda del Castillo, Lara Gutiérrez y Morena Verdi, fue capturado mientras se escondía en un camión en plena ruta.
La detención se dio pocas horas después de que su presunto colaborador, Matías Agustín Ozorio, fuera arrestado en Argentina. A través del celular de este último, los investigadores lograron anticipar un encuentro entre ambos en la zona de Los Olivos, lo que permitió montar el operativo en Lima. Con estas dos capturas, ya son nueve las personas detenidas por el caso que conmociona al país.
“Pequeño J” negó su participación en los crímenes al momento de ser detenido, pero la fiscalía lo ubica como el autor intelectual de un plan relacionado con el robo de tres kilos de cocaína, presunto móvil del homicidio. El expediente sigue bajo secreto de sumario, pero fuentes vinculadas a la causa indican que el nivel de organización y los roles definidos dentro de la banda apuntan a una estructura narco transnacional.
Entre los nueve detenidos figuran también Miguel Villanueva Silva y Celeste González Guerrero, propietarios de la casa donde fueron hallados los cuerpos enterrados; Ariel Giménez, acusado de haber cavado el pozo; y Andrés Parra y Daniela Ibarra, detenidos mientras intentaban limpiar la escena.
Una detención clave se produjo el 29 de septiembre: Florencia Ibáñez, sobrina de Víctor Lázaro Sotacuro, otro imputado, fue identificada como la mujer que viajaba en el auto que actuó como apoyo en el secuestro. La joven reconoció haber estado en el vehículo, lo que complica su situación procesal.
Los implicados enfrentan cargos por homicidio calificado y encubrimiento, mientras la fiscalía continúa tomando declaraciones y analizando pruebas. Aunque por ahora no se descartan nuevas detenciones, lo cierto es que el avance de la causa deja al descubierto una red con vínculos familiares y operaciones que cruzan fronteras.
En Salta y el norte argentino, donde el narcotráfico también viene marcando presencia en los últimos años, el caso reaviva la preocupación por posibles conexiones entre bandas del conurbano y operadores locales.
La investigación continúa, con el foco puesto en desmantelar por completo una organización criminal que no dudó en usar la violencia más extrema para ajustar cuentas internas.