Durante su visita a Ushuaia, el presidente Javier Milei enfrentó una serie de protestas convocadas por la UOM y agrupaciones opositoras que impidieron parte de su agenda. Según el mandatario, los incidentes fueron organizados por sectores kirchneristas con el objetivo de frenar su contacto con la gente y desgastar su imagen pública.
Milei tenía previsto realizar una caminata por el centro de la ciudad, pero la manifestación bloqueó el paso. A pesar de eso, pudo visitar la planta de la empresa Newsan y mantener reuniones con guardaparques. Sin embargo, apuntó con dureza contra lo que considera un patrón de sabotaje político: “Quieren instalar que no puedo bajar al territorio porque la gente me odia”, declaró.
El presidente diferenció entre la crítica en redes sociales y lo que él llama “violencia real”, ejercida en la calle. “Un tuit no te lastima, pero impedirle circular a un presidente es otra cosa”, expresó. También acusó al kirchnerismo de financiar estas protestas con recursos del Estado, repitiendo una lógica que, según él, ya se vio en lugares como Lomas de Zamora o Moreno.
El clima en Ushuaia fue tenso durante toda la jornada del lunes. Los manifestantes no solo se expresaron frente a la planta de Newsan, sino también en pleno centro, donde debió reforzarse el operativo de seguridad para evitar desbordes.
Para Milei, estos episodios son parte de una campaña para limitar su acción política. “Cuando tomás decisiones, a algunos les gusta y a otros no, pero eso se resuelve en las urnas, no con violencia”, remarcó.
Desde su entorno aseguran que no habrá cambios en su agenda y que continuará visitando provincias, incluso aquellas donde la oposición tiene mayor presencia. En Salta, por ahora, no se confirmó una fecha de visita, pero el clima político también empieza a calentarse ante posibles ajustes y recortes.
Lo ocurrido en Tierra del Fuego reaviva la tensión entre el oficialismo y el peronismo en todo el país. Mientras el Gobierno busca sostener su narrativa de “resistencia al sistema”, las protestas callejeras se convierten en un nuevo frente de conflicto. En este escenario, el presidente insiste en que la verdadera amenaza a la democracia no está en los discursos encendidos, sino en quienes impiden la libre circulación y el debate en las calles.