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Crítica

Pélicula: Jurassic Park Renace

De: Gareth Edwards

Pélicula: Jurassic Park Renace

El descontrol de secuelas, precuelas, reboots y remakes del cine norteamericano actual no puede seguir siendo tomado como algo natural.

Lo más sano que puede hacerse es dejar de ver la mayoría y dedicarse a perder el tiempo con un puñado de ellas, las que por algún motivo siguen ocupando un lugar en nuestro corazón como espectadores. Jurassic World renace muestra desde el título su interés por empezar una vez más y mantener con vida a una franquicia que nació en 1993 de la mano de Steven Spielberg.

Si observamos la diferencia entre ese inicio y lo que hay ahora podemos ver treinta años de caída libre del cine de Hollywood. Pero esta franquicia, a diferencia de otras, tiene a los dinosaurios siempre generando interés y diversión. No creo que sean buenas las últimas tres películas así como tampoco lo es esta, pero la diversión la aportan y los sobresaltos también. Los problemas acá son bastante evidentes, lo que condena a Jurassic World renace más a la mediocridad que a otra cosa.

Han quedado atrás los parques con dinosaurios, la gente perdió el interés y los animales que sobrevivieron son trasladados. La mayoría de los dinosaurios están ahora en entornos ecuatoriales, en zonas cuyo clima y aislamiento les permite vivir sin cruzarse con el ser humano. Las visitas están prohibidas pero un laboratorio creen tener entre manos una medicina que le generará a la humanidad un enorme progreso, al mismo tiempo que a dicho laboratorio una enorme fortuna. Pero solo con el ADN de tres de las criaturas que habitan en esas zonas, podrán avanzar en la investigación.

Una estructura de guión clara: tres muestras que deben ser tomadas con los dinosaurios vivos. El equipo lo conforman el obviamente malvado representante del laboratorio, una mercenaria experta en operaciones encubiertas, Zora Bennett (Scarlett Johansson convertida en una Lara Croft tardía), el Dr. Loomis (Jonathan Bailey) un paleontólogo sin experiencia alguna en misiones y Duncan Kincaid (Mahershala Ali), el jefe de equipo de Bennett. Bueno, hay más gente en el equipo, pero no los mencionaremos porque no hay que encariñarse con roles hechos para morir en cualquier escena.

Ese grupo arma una película de aventuras estándar sin problemas, una mezcla de Jurassic Park y Aliens, destinados a cumplir con un trabajo profesional. Pero al parecer no hubo confianza en esa historia y por ese motivo hay una segunda línea, la de una familia donde el padre, sus dos hijas y el novio de la más grande de ellas, terminan viviendo su propia aventura y cruzándose luego con el grupo de la misión secreta. Incluso cuando se juntan, la película vuelve a separarlos para insistir en esta doble línea narrativa. Pues todo lo de la familia está mal, está forzado, subrayado y no aporta nada. Es la respuesta a un estudio de mercado posiblemente y no a necesidades narrativas. Se vuelve peor la historia al dividirse.

Gareth Edwards dirigió dos grandes películas, Godzilla (2014) y Rogue One (2016), pero acá le queda poco control y se nota. Sabe resolver las escenas pero no darle unidad a todo. Aunque el guión es de David Koepp, el guionista original de Jurassic Park, la trama no tiene la complejidad ni el interés del inicio de la franquicia. Incluso hay cosas en la historia que son notoriamente torpes y perezosas, para nada dignas de su guionista. Hay muchas citas y referencias a la película original, muy al estilo de las secuelas actuales que juegan a ser una remake y también hay muchas referencias a Tiburón de Steven Spielberg. No creo que ser obsecuente con el productor le aporte algo a la trama.

Aunque el entretenimiento está más o menos asegurado, la calidad es baja y la película es despareja. Ha llegado la hora de despedirse de este mundo, no importa cuántas películas más hagan. Para lo único que van a servir es para discusiones inútiles sobre cuál es la mejor o al menos cuál es la menos mala, teniendo incluso problemas para diferenciarlas.  

 


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