Después de más de tres décadas de carrera, Soledad Pastorutti se encuentra en un momento de introspección profunda. La artista, que desde los 16 años se convirtió en un ícono del folklore argentino, dejó entrever en una entrevista reciente con Cadena 3 que su vínculo con los escenarios podría estar llegando a una nueva etapa. Aunque no anunció un retiro formal, sus palabras resonaron con fuerza: “Quiero que algún día se me extrañe, para que se me quiera más todavía”.
Desde su debut en el Festival de Cosquín, Soledad se convirtió en sinónimo de poncho al viento, festivales populares y una voz que representa al interior del país. Con 44 años, la cantante reflexiona sobre el paso del tiempo y la necesidad de reinventarse. “Me llevo muy bien con el cambio porque creo que uno tiene que hacer una lectura de quién es y de los ciclos”, expresó.
Su decisión de alejarse progresivamente de los escenarios no responde al agotamiento, sino a una búsqueda de autenticidad. “No quiero quedarme siempre haciendo lo mismo. Me gustaría hacerlo contenta con mi arte, con el ida y vuelta con mi público. No venir y decir ‘siempre lo mismo’”, agregó, dejando claro que su compromiso con el público sigue intacto, pero que necesita nuevos espacios para expresarse.
Aunque Soledad anticipa que el folklore y las canciones seguirán siendo parte de su vida, también reconoce que podrían pasar a un plano más íntimo. “Me voy a morir cantando en mi casa, pero no en un escenario porque yo siempre quiero hacer un buen espectáculo”, dijo, diferenciándose de quienes afirman que seguirán cantando hasta el último día sobre las tablas.
Este planteo no implica un abandono del arte, sino una transformación. La Sole quiere que su música siga viva, pero sin forzar momentos que ya no le resulten genuinos. Su respeto por quienes la contratan y por el público que la acompaña desde sus inicios es parte de esa ética profesional que la caracteriza: “Alguien que te contrata está esperando algo muy groso, y yo respeto mucho esa parte”.