Desde hace más de tres décadas, Soledad Pastorutti ha sido una figura emblemática del folclore argentino. Su voz potente, su carisma y su autenticidad la llevaron a conquistar escenarios nacionales e internacionales. Sin embargo, hay algo que nunca cambió: su decisión de seguir viviendo en Arequito, el pequeño pueblo santafesino donde nació y se crió. En una reciente entrevista, la artista reveló con sinceridad el motivo detrás de esta elección que, para muchos, resulta sorprendente en el mundo del espectáculo: “Siempre tuve que explicarle a la gente por qué me quedaba a vivir en Arequito y por qué, desde ahí, podía salir al mundo”.
Arequito, con poco más de siete mil habitantes, es conocido como la capital de la soja. Pero para Soledad, es mucho más que eso: es su raíz, su refugio y su motor. Allí vive junto a su esposo Jeremías Audoglio, sus hijas Antonia y Regina, y gran parte de su familia. En su finca funciona el “Poncho Estudio”, donde ha grabado voces para varios de sus discos, incluyendo Parte de mí (2020), nominado a los Premios Gardel. También fue el escenario de su primer show por streaming durante la pandemia.
La Sole ha compartido escenario con artistas de renombre como Carlos Santana, India Martínez, Ricardo Mollo y Kany García. Ha trabajado con productores como Emilio Estefan y ha dado conciertos en ciudades como Buenos Aires, México, Miami, Bogotá y Barcelona. A pesar de esa trayectoria internacional, nunca sintió que debía mudarse a una gran ciudad para seguir creciendo. “Esta es mi raíz”, afirmó con convicción, destacando que el arraigo no es una limitación, sino una fuente de inspiración.
La cantante también recordó una frase del legendario José Larralde que resume su filosofía de vida: “Yo anduve por todo el mundo, en este mismo lugar”. Esa idea de que se puede trascender sin abandonar el origen es parte esencial de su identidad artística. En Arequito, Soledad conserva tradiciones como los tallarines caseros de los domingos y las rondas de mate entre hermanas. Es allí donde se siente más auténtica, más conectada con lo que la hizo ser quien es.