El consumo en Argentina mostró un repunte durante julio, con un crecimiento interanual del 13,9%, según datos recientes. Sin embargo, más allá de la cifra general que podría interpretarse como una señal de recuperación, lo que se observa es una economía que avanza a dos velocidades muy distintas.
La expansión del consumo está impulsada, principalmente, por el acceso al financiamiento y las compras de productos de alto valor, como automóviles y motos, que mostraron subas interanuales del 33,9% y 57,4% respectivamente. También creció con fuerza la demanda de préstamos personales y créditos hipotecarios, con saltos que superan el 100% y hasta el 350% en comparación con julio del año pasado. Un dato que no pasa desapercibido en el norte del país, donde cada vez más familias recurren al endeudamiento como estrategia para no quedarse atrás.
El sector automotor vivió un julio particularmente activo. Concesionarias del centro y de zona sur reportaron una mayor circulación de clientes, muchos de ellos buscando opciones de financiación accesibles. La venta de motos también se mantuvo en alza, un fenómeno que se repite especialmente en el interior de la provincia, donde el vehículo de dos ruedas es una alternativa económica frente a la falta de transporte público eficiente. La suba del dólar blue en las últimas semanas también empujó a más de uno a adelantar compras para resguardarse de la inflación.
Pero más allá de este repunte en sectores puntuales, el análisis fino muestra que no todo crece por igual. Los bienes esenciales, especialmente los alimentos, siguen sin mostrar una recuperación clara. Si bien hubo una mejora interanual del 16,7% en el consumo de carne vacuna y aviar, esa mejora no alcanza para compensar la caída que vienen arrastrando otros productos de la canasta básica. El aceite, los lácteos y los panificados siguen siendo artículos que muchos compran con mayor cuidado o en menor cantidad que hace un año.
El rubro de la indumentaria también viene con dificultades. Las ventas de ropa y calzado en centros comerciales, tanto en shoppings como en galerías céntricas, siguen sin recuperarse. Los últimos registros indican caídas de hasta el 4,2%, una tendencia que golpea especialmente a los pequeños comerciantes. En Salta, muchos locales redujeron personal o acotaron sus horarios para achicar costos, en un contexto donde la inflación sigue erosionando el poder de compra.
El sector gastronómico no corre mejor suerte. A pesar de los fines de semana largos y del leve repunte del turismo interno, los restaurantes y cafés de la ciudad registraron una baja en su facturación interanual. Algunos empresarios del sector afirman que la gente sale menos, opta por menús más económicos o directamente reemplaza la salida por encuentros en casa. Las promociones con tarjetas y descuentos especiales apenas logran contener la caída.
El turismo, en cambio, mostró señales más alentadoras. En julio, Salta recibió una cantidad importante de visitantes, lo que se tradujo en mayor ocupación hotelera y más movimiento en el centro histórico. Sin embargo, este repunte no alcanza para dinamizar el conjunto del consumo de servicios. Las agencias de viajes, por ejemplo, todavía se mueven con cautela, sabiendo que la demanda sigue siendo muy sensible a los precios.
El común denominador que atraviesa todos estos sectores es la incertidumbre. Los salteños consumen, sí, pero lo hacen con la calculadora en la mano. Muchos se animan a gastar en bienes durables porque temen que los precios sigan subiendo o porque encuentran planes de pago que les permiten estirar el ingreso. Otros simplemente priorizan la supervivencia diaria, ajustando el gasto al centavo.
En términos generales, el consumo privado lleva ya diez meses consecutivos de crecimiento, lo que marca una tendencia sostenida. Sin embargo, cuando se observa qué rubros crecen y cuáles no, queda claro que la recuperación es desigual. En el norte argentino, donde la informalidad laboral es más alta y los salarios suelen estar por debajo del promedio nacional, esta disparidad se vuelve aún más evidente.
El desafío hacia adelante es lograr que el crecimiento del consumo no dependa únicamente del endeudamiento, sino que se base en una mejora real del poder adquisitivo. Mientras tanto, en Salta, la reactivación sigue siendo parcial. En los concesionarios se festeja, pero en los comedores comunitarios la demanda no afloja. Un contraste que resume, en definitiva, el momento económico que atraviesa la provincia y el país.