En un contexto donde los datos económicos suelen ser motivo de preocupación, Salta dio una señal alentadora: según el informe más reciente del INDEC, la pobreza cayó al 29,5% y la indigencia al 4,1% durante el primer semestre de 2025. Estos números representan una mejora significativa respecto al mismo período del año pasado y consolidan una tendencia positiva que se viene viendo desde mediados de 2024.
La baja es notable tanto en términos interanuales como intersemestrales. En comparación con el primer semestre de 2024, la pobreza en la provincia descendió 22,7 puntos porcentuales —cuando alcanzaba el 52,2%—, mientras que la indigencia retrocedió 12,4 puntos desde el 16,5%. Incluso si se compara con el segundo semestre de 2024, los índices marcan un descenso de 11,7 puntos en pobreza (que era del 41,2%) y de 3 puntos en indigencia (que estaba en 7,1%).
Los datos corresponden al aglomerado urbano Salta, que incluye la ciudad capital y zonas aledañas. Allí, 198.399 personas y 43.072 hogares viven por debajo de la línea de pobreza, mientras que 27.529 personas y 6.889 hogares se encuentran en situación de indigencia.
Un alivio en el NOA
Salta no fue la única provincia del NOA que mostró mejoras, pero sí una de las que más destacó. Con un 29,5% de personas bajo la línea de pobreza, se ubicó por debajo del promedio regional (31,2%) y también del promedio nacional (31,6%). Esto refuerza una tendencia de mejora que se comenzó a observar a mediados de 2024 y que, hasta ahora, se mantiene firme.
En un escenario macroeconómico que sigue siendo complejo, estos resultados marcan un respiro para muchas familias salteñas. La mejora no solo se debe a factores coyunturales, sino también al comportamiento de los ingresos y de las canastas básicas.
Suba de ingresos: una de las claves
El informe del INDEC también analiza los ingresos familiares, y allí se encuentra una de las principales explicaciones del descenso en los niveles de pobreza e indigencia. En el primer semestre de 2025, el ingreso per cápita familiar en el aglomerado Salta alcanzó los $417.627, lo que representa un incremento del 107,2% en relación al mismo período de 2024, cuando era de $201.596.
Por otro lado, el ingreso promedio por adulto equivalente fue de $515.679 y el ingreso de la ocupación principal llegó a $722.434, mostrando un crecimiento interanual del 117,7%. En otras palabras, los hogares salteños contaron con más recursos para cubrir sus necesidades básicas.
Si bien aún están por debajo del promedio nacional —que alcanzó los $541.948—, los ingresos en Salta se ubicaron por encima del promedio regional del NOA, que fue de $397.607. Esta mejora relativa permitió que más familias salgan de situaciones críticas y se ubiquen por encima de la línea de pobreza.
Canastas más estables
Otro factor que ayudó a mejorar el panorama fue el comportamiento de las canastas básicas en la región. A diferencia de otras zonas del país donde los precios siguieron subiendo a un ritmo más acelerado, en el NOA el incremento fue menor. Esto, combinado con la suba de ingresos, favoreció una recuperación del poder adquisitivo en la provincia.
El cruce entre ingresos y costo de vida es clave para entender la evolución de la pobreza. Si bien el crecimiento del salario o ingreso promedio es importante, su impacto real se mide en función de cuánto puede comprar la gente con ese dinero. En Salta, esa ecuación fue más favorable durante los primeros seis meses del año.
¿Cambio estructural o mejora momentánea?
A pesar de los buenos números, algunos especialistas advierten que aún es pronto para cantar victoria definitiva. La economía argentina sigue atravesando un proceso de reacomodamiento, con ajustes fiscales, cambios en las políticas sociales y un contexto internacional que puede impactar de forma indirecta en las provincias del interior.
Sin embargo, lo que muestran los datos del INDEC es una señal de que, cuando se dan ciertas condiciones —mejores ingresos, precios más estables, y cierta contención social— es posible revertir tendencias de exclusión que parecían enquistadas.
Salta, una de las provincias que históricamente ha tenido indicadores sociales más desfavorables, logra con estos números una de sus mejores marcas de los últimos años. Y aunque aún queda un largo camino por recorrer para garantizar el bienestar sostenido de toda la población, los números del primer semestre de 2025 invitan al optimismo.
Un desafío pendiente: sostener la mejora
Uno de los grandes interrogantes de cara a lo que resta del año es si esta tendencia podrá sostenerse en el segundo semestre. Los niveles de empleo, la inflación y el comportamiento del consumo interno serán factores clave. También el mantenimiento o no de políticas de asistencia social o programas de incentivo al trabajo.
Salta viene de un 2024 difícil, con más de la mitad de su población en situación de pobreza durante el primer semestre de ese año. El hecho de haber bajado a menos del 30% en solo 12 meses muestra que los márgenes de mejora existen y pueden ser aprovechados. Pero también evidencia la fragilidad de esos logros si no se consolidan con políticas que apunten a lo estructural.
Mientras tanto, miles de familias salteñas viven hoy con un poco más de alivio. Y aunque la desigualdad sigue siendo un problema latente, la foto del primer semestre de 2025 permite vislumbrar una luz al final del túnel.