La empresa que durante décadas fue sinónimo de leche en la mesa de las familias argentinas —y salteñas, por supuesto— atraviesa uno de sus momentos más delicados. Mastellone Hnos., la histórica firma detrás de La Serenísima, cerró el primer semestre de 2025 con una pérdida de $869 millones, en contraste con el mismo período del año pasado, cuando había registrado una ganancia cercana a los $78 mil millones.
El golpe no es menor ni aislado. En medio de un contexto económico que se endurece, con salarios que no logran seguir el ritmo de la inflación, y un consumo masivo que no repunta, los productos de la canasta básica están sintiendo el impacto más fuerte. En provincias como Salta, donde la clase media y los sectores populares ajustan cada peso, la compra de lácteos —desde leche hasta yogures y quesos— se ve cada vez más restringida.
Leche en números rojos
El balance de Mastellone pinta un panorama complejo. Si bien sectores como el automotor, el turismo internacional y algunos bienes durables muestran signos de recuperación, el rubro alimentos y bebidas va a contramano. Los números de la compañía reflejan esa realidad: el consumo interno de lácteos cayó, el margen de ganancia se achicó y los costos de producción no pudieron trasladarse plenamente a los precios de góndola.
En Salta, comerciantes barriales ya venía notando esta tendencia desde hace meses. En almacenes de barrios como Villa Lavalle, Solidaridad o zona sur de la capital, los sachets de leche entera y descremada, antes infaltables, se venden cada vez menos. La gente opta por segundas marcas, leche en polvo importada más barata o, directamente, reduce su consumo.
Pese al panorama adverso, Mastellone no soltó la punta del ranking: sigue siendo la principal procesadora de leche cruda del país, con un volumen diario de 3,65 millones de litros. Muy por encima de sus competidores más cercanos, como la canadiense Saputo y la francesa Savencia, e incluso procesando parte de la producción de Danone. Este dato revela que, a pesar de las pérdidas, el músculo productivo de la empresa permanece intacto.
Entre tambos y tribunales
Pero los problemas de la lechera más emblemática del país no terminan en la baja de consumo. Desde abril, otro frente se abrió: el intento de Arcor, en sociedad con Bagley, de quedarse con el 51% de las acciones que aún no controla generó un fuerte choque con la cúpula de Mastellone.
El grupo Pagani, dueño del 49% desde hace una década, buscó completar la adquisición, pero la oferta fue rechazada por considerarse insuficiente. Esto desencadenó una interna feroz que ya amenaza con trasladarse al terreno judicial. Una pulseada entre dos gigantes nacionales que, de resolverse negativamente, podría traer consecuencias profundas para la estructura de la empresa.
En el interior del país, y especialmente en Salta, esta situación genera incertidumbre. No sólo por el vínculo emocional y cotidiano con la marca —que está presente en la mayoría de las heladeras—, sino por lo que puede implicar a nivel laboral y de abastecimiento. Si bien la producción no se detuvo ni se anunciaron cambios en la distribución, los antecedentes en el sector alimenticio obligan a estar atentos.
Salta, consumo y ajuste
En el norte argentino, el impacto del freno en el consumo se siente con más crudeza. La desaceleración económica afecta con más fuerza a los hogares que dependen de ingresos informales o changas, que son mayoría en varias zonas de la provincia. Según comerciantes mayoristas y minoristas salteños, las ventas de productos lácteos cayeron entre un 15 y 20% en lo que va del año, y el ticket promedio de compra semanal disminuyó notablemente.
En los supermercados de la capital y del Valle de Lerma, se observa una migración clara hacia segundas y terceras marcas. Las góndolas de productos premium quedan cada vez más llenas, mientras que las opciones más económicas desaparecen rápidamente. Esto afecta directamente a empresas como Mastellone, cuyo posicionamiento tradicional la ubica en un rango medio-alto.
Además, la posibilidad de que la empresa enfrente cambios societarios genera preocupación en algunos sectores de la industria local. No sería la primera vez que una reestructuración a nivel central repercute en políticas de distribución o en acuerdos comerciales con empresas salteñas que dependen de esos vínculos para sostener su actividad.
Una marca con peso propio
A pesar de todos los contratiempos, nadie se anima a dar por perdida a La Serenísima. Con más de 95 años de historia, la marca logró un posicionamiento único en el imaginario colectivo argentino. Incluso hoy, cuando la rentabilidad cae y la competencia crece, sigue siendo la principal exportadora de leche en polvo del país y una de las más reconocidas en la región.
En Salta, donde el acceso a productos frescos a veces depende de la logística interprovincial, la presencia de la marca es valorada por su calidad y continuidad. No es casualidad que, aun en contextos de crisis, siga siendo una de las más elegidas por quienes pueden pagarla.
Sin embargo, lo que se viene no será sencillo. Si el consumo no repunta y la situación societaria no se resuelve, Mastellone deberá repensar su estrategia para no perder terreno frente a una competencia cada vez más agresiva. Y eso podría implicar desde cambios en precios y presentaciones hasta una revisión de sus canales de venta en el interior profundo del país.