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¡Aguante el folklore!

Pettinato el esnob sin raíces que desprecia el folclore

El ex Sumo soltó sin filtro que “el folclore me da vergüenza” y que “no lo entiendo, ni lo quiero escuchar”

Pettinato el esnob sin raíces que desprecia el folclore

En Salta, el folclore no es solo música: es el latido de la tierra, la voz de los abuelos, la memoria de un pueblo que lleva sus raíces con orgullo. Por eso, cuando Roberto Pettinato, en su programa de streaming En una con Pettinato por Abitare TV, soltó sin filtro que “el folclore me da vergüenza” y que “no lo entiendo, ni lo quiero escuchar”, no solo encendió una chispa en las redes sociales, sino que hirió el alma de una cultura que respira zambas, chacareras y bagualas. ¿Quién es este porteño cheto para menospreciar lo que define la identidad de millones?


El folclore no es un género musical más. Es un lenguaje que cuenta historias de lucha, amor y resistencia. En Salta, cuna de grandes como Los Chalchaleros o el Chaqueño Palavecino, la música folklórica es sagrada. Es la banda sonora de las peñas, las guitarreadas bajo la luna y las fiestas populares que reúnen a generaciones. Pero para Pettinato, un tipo criado entre el asfalto y los privilegios de Capital Federal, parece que esto no significa nada. 

En su programa, el conductor no se guardó nada: “El folclore tiene millones de divisiones, pero todas me avergüenzan. Y lo digo con vergüenza, eso es lo peor”. ¿Vergüenza de qué, Roberto? ¿De la chacarera que canta al paisaje del norte? ¿De la zamba que abraza a los enamorados? ¿O de las bagualas que llevan el grito de los cerros? Sus palabras no solo reflejan ignorancia, sino un desprecio elitista hacia una cultura que no entiende porque nunca se molestó en conocerla.

 

 

La reacción del pueblo salteño: orgullo contra la arrogancia

Las redes sociales no tardaron en hacerse eco. En X, los hashtags #FolkloreEsIdentidad y #PettinatoCancelado se llenaron de mensajes de indignación. “Cheto porteño hablando pavadas, vení a una peña y después opiná”, escribió un usuario. “El folclore es mi vida, mi familia, mi Salta. Pettinato, dedicate a otra cosa”, posteó otro. Músicos, folcloristas y amantes de la música popular salieron a defender lo suyo. Porque en Salta, el folklore no se discute: se vive. 

Artistas como Los Huayra y el Dúo Coplanacu también alzaron la voz. “El folclore es nuestra raíz, nuestra historia. Menospreciarlo es menospreciar a un pueblo entero”, declaró un integrante de Los Huayra en una entrevista radial. Y no es para menos. En un país donde la grieta cultural a veces divide, el folclore une. Es el mate compartido, la guitarreada en la vereda, el canto que sale del alma. 

Pettinato, el cheto que no entiende el interior

Roberto Pettinato no es un improvisado. Es un personaje mediático, conocido por su lengua filosa y su estilo provocador. Pero esta vez, su comentario no fue una simple boutade. Fue un dardo envenenado contra una cultura que trasciende fronteras. ¿Qué sabe Pettinato del folclore? Probablemente nada. Criado en el brillo de Buenos Aires, rodeado de luces y micrófonos, su mundo parece estar muy lejos de los cerros salteños, de los viñedos tucumanos o de las peñas santiagueñas. 

Su desprecio no es solo una opinión personal; es un reflejo de esa mirada porteña que, desde la comodidad de la Capital, mira al interior con desdén. Para él, el folclore puede ser “vergonzoso” porque no encaja en su universo de rock, jazz o programas de TV cool. Pero el folclore no necesita su aprobación. Es más grande que él, más profundo, más verdadero. 

El folclore como resistencia cultural

El folclore argentino no es solo música: es resistencia. Nació en las voces de los pueblos originarios, en los gauchos, en los inmigrantes que trajeron sus coplas y sus danzas. Es la chacarera que se baila en las plazas, la zamba que se canta en las escuelas, el bombo que retumba en el corazón de los festivales. Menospreciarlo es ignorar la historia de un país que se construyó desde el interior hacia afuera. 

En Salta, el folclore es más que una tradición: es un modo de vida. Desde la Fiesta Nacional de la Zamba en Jesús María hasta las peñas improvisadas en los barrios, la música folclórica es el pegamento que une a las comunidades. Y no solo en Salta: en todo el país, el folclore es un refugio para quienes buscan conectar con sus raíces. ¿Pettinato lo entiende? Claramente no. 

¿Por qué el comentario de Pettinato es un error garrafal?

Decir que el folclore “da vergüenza” no es solo una opinión desafortunada; es un error cultural. En un momento en que la música urbana y los géneros globalizados dominan las plataformas digitales, el folclore sigue siendo un bastión de identidad. Según datos de Spotify Argentina, artistas como Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui y el Chaqueño Palavecino tienen millones de reproducciones mensuales. Festivales como Cosquín y Jesús María convocan a miles de personas cada año. ¿Vergüenza? Más bien orgullo. 

Pettinato, con su comentario, no solo ofendió a los salteños, sino a todos los que encuentran en el folclore un refugio, una identidad, una voz. Su mirada porteña, elitista y desconectada, no alcanza para comprender la profundidad de un género que no necesita de grandes escenarios ni luces de neón para brillar.  


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