Después de años de hipótesis y modelos teóricos, un equipo científico internacional logró captar por primera vez un proceso que podría explicar cómo Marte perdió gran parte de su atmósfera y, con ella, el agua líquida que cubría su superficie en el pasado remoto.
Gracias a una minuciosa recolección de datos realizada por la misión MAVEN (Mars Atmosphere and Volatile Evolution), operada por la NASA, se detectó evidencia directa de la pulverización catódica, un mecanismo de escape atmosférico impulsado por el viento solar que hasta ahora solo se había inferido de forma indirecta.
La observación representa un avance fundamental en la reconstrucción de las condiciones que imperaron en Marte hace miles de millones de años. Los científicos ya sabían, a partir de sedimentos, estructuras geológicas y análisis isotópicos, que el planeta rojo alguna vez tuvo agua.
Sin embargo, la gran incógnita persistía: ¿cómo desapareció esa atmósfera densa que sostenía condiciones habitables? ¿Por qué el agua dejó de ser estable sobre la superficie? La nueva evidencia obtenida por MAVEN aporta una de las respuestas más contundentes hasta el momento.
La pulverización catódica ocurre cuando los iones energéticos del viento solar, al no encontrar la protección de un campo magnético global —como el que sí posee la Tierra—, se aceleran hacia la atmósfera marciana. Allí, al impactar con las partículas neutras, transfieren su energía y provocan su eyección al espacio si alcanzan la velocidad suficiente.
La investigadora principal de MAVEN, Shannon Curry, del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial (LASP) de la Universidad de Colorado en Boulder, explicó el fenómeno con una imagen sencilla: “Es como lanzar una bala de cañón en una pileta o piscina”.

Misiones a Marte en los últimos años (NASA)
Desde su llegada a Marte en septiembre de 2014, MAVEN ha orbitado el planeta con instrumentos capaces de registrar en simultáneo las condiciones necesarias para observar este fenómeno: campos eléctricos del viento solar, composición química de la atmósfera y distribución de partículas neutras como el argón.
La misión se propuso justamente eso: estudiar cómo los gases atmosféricos escapaban al espacio. Con más de nueve años de observaciones, el equipo encabezado por Curry consiguió lo que hasta ahora era esquivo para la ciencia.
“Encontramos que la pulverización atmosférica actual es más de cuatro veces mayor que las predicciones anteriores y que una tormenta solar puede aumentar sustancialmente el rendimiento de la pulverización”, explicaron los investigadores.